Después de varios debates esta semana las comisiones económicas conjuntas de Senado y Cámara de Representantes, aprobaron el Presupuesto General de la Nación para la vigencia del año 2021 por un monto de $313,9 billones de los cuales el 59 % se va para funcionamiento, el 24 % para servicio a la deuda y el 17 % para inversión.
Por un momento pensé que con la crisis económica y social que atraviesa el país por la pandemia, esta vez se iba a redistribuir el presupuesto asignando más recursos a la inversión (30 %) y menos al funcionamiento (50 %) y la deuda (20 %), para inyectar más recursos a la reconstrucción del sistema productivo. Ahora lo importante es administrar con mayor eficiencia los recursos públicos.
Hay varios programas de inversión pública que deben revisarse. A pesar de ser bien intencionados, están teniendo poco impacto social y económico en las regiones. Ahí están los casos del programa de erradicación y sustitución de cultivos ilícitos, vivienda rural, catastro multipropósito, distritos de riego, vías terciarias y reforestación. Cuando las cosas no están saliendo bien hay que cambiar de estrategia.
Respecto al sector agropecuario, el año entrante este sector tendrá $2.2 billones para salir de los problemas de ineficiencia y atraso en que se encuentra. En una de las charlas virtuales que he dado en esta pandemia, hubo un asistente que me preguntó que haría yo con ese presupuesto. Sin dudarlo un instante le respondí que me concentraría en cuatro estrategias de inversión productiva.
-En Colombia, es imposible tener un agronegocio rentable sin el agua que requiere cualquier proyecto agrícola, pecuario o forestal, durante todo el año. Por ello, el 35 % del presupuesto ($770.000 millones) los destinaría en inversiones de riego en aquellas zonas del país con buenos suelos y luminosidad, pero que durante el año tienen una precipitación por debajo de los 1.200 milímetros.
-Más del 50 % de las familias campesinas del país, no tienen los títulos de sus propiedades al día por no contar con los recursos y el conocimiento que requiere el proceso de formalización de la propiedad rural. Esta situación, los imposibilita ser sujetos de créditos y subsidios para desarrollar un proyecto productivo rentable. Ellos, han sido prácticamente inexistentes para el sector financiero del país. Sin duda alguna, financiaría el 100 % de los costos de esos trámites.
-Realizar una inversión a cielo abierto con tanta variación del clima, volatilidad del dólar y los precios de mercado, inseguridad jurídica en la normatividad del sector y una competencia internacional agresiva, representa muchos riesgos. Claramente, destinaría todo el presupuesto necesario para subsidiar gran parte de los costos que exigen estas coberturas de riesgos y la tasa de interés de los créditos al sector primario.
-Sin capacitación y transferencia de tecnologías es imposible pensar en un país agrícola y ganadero competitivo. Esta es la inversión más importante que puede hacerse en el campo. Una escuela de emprendimiento rural en un pequeño municipio, es una fábrica de progreso y desarrollo económico.
Sería un presupuesto mas orientado al “cómo hacer” que al “con qué hacer”. Los conocimientos adecuados valen mucho más que los subsidios abundantes.