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El dólar vuela, ¿aterrizará?

El dólar es hoy un dolor de cabeza en muchas naciones; también en Colombia. Su valor ha aumentado de precio, por distintas razones, hasta llegar a niveles de los $4.900. ¿Qué está pasando? ¿Qué hacer?

Para que los lectores y audiencias de EL PILÓN se formen una idea rápida del problema tenemos que explicar que este agosto se negoció en el paísla Tasa Representativa del Mercado (TRM) a promedios de $4.300. Ayer había alcanzado superar un pico de $4.921. Una depreciación superior al 9 por ciento. Una barbaridad…

El tema tiene varias causas y consecuencias. Primero, es un fenómeno mundial la “apreciación” del dólar. En efecto, el temor por una recesión mundial que para muchos analistas ya se inició en varios países, la decisión de la autoridad monetaria de EEUU de subir sus tasas de interés, atrayendo capitales hacia ese país, y la grave guerra Rusia-Ucrania, con el fantasma nuclear, son los principales factores externos detrás de la subida de la subida.

Pero, también hay los internos, propios de Colombia, y que afectan nuestra región, entre estos los anuncios de que no habrá nuevos contratos de exploración de petróleo y de carbón, e imposición de más impuestos al sector, disminuyéndole capacidad y expectativas de ventas en próximos años.

Algunos mensajes de ministros crean nerviosismo en los agentes financieros – que anticipan que habrá en el futuro menos exportaciones por decisión gubernamental – y esto encarece el dólar.Advertimos que Colombia tiene un régimen de cambios libre, es decir, el precio del dólar surge de la relación entre oferta y demanda. En ese mercado confluyen factores externos e internos, que fijan la tasa de cambio.Cuando el dólar sube, por ejemplo, beneficia a los exportadores, (y productores nacionales industriales y otros como cafeteros, ganaderos, palmeros y carboneros, el turismo y a los que mandan remesas del exterior), y perjudica a los importadores; favorece a quienes tienen inversiones en dólares, pero afecta a quienes tienen crédito en esa moneda. Y a la final, afecta a los consumidores, que tienen que comprar muchos artículos y servicios importados, y servicios que suben.

¿Y qué hacer? Las empresas grandes, los bancos, y hasta los gobiernos tienen cómo protegerse. Se cubren con derivados, con cuentas en el exterior, etc. Pero el ciudadano de a pie no tiene cómo. La política cambiaria es responsabilidad de la Junta Directiva del Banco de la República.

Esperamos, como buena parte del país, que el banco intervenga ese precio, la tasa de cambio (incluida la opción de dejar flotar la moneda a sabiendas, si definitivamente fuere lo mejor; pero en ningún caso ser indiferente) si sigue el incremento exagerado del dólar, que aumenta la ya alta inflación, el desempleo y la previsible desaceleración de la economía. Y que no se actúe tarde, cuando el daño a la economía sea muy grande y no se pueda hacer nada. Confiamos en el Banco de la República y en la colaboración para calmar los mercados del Gobierno central.

Categories: Editorial
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