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¿Qué hacer con las zonas de reserva campesina?

Por José Ignacio Lacouture

Lo que se plantea a continuación tiene como propósito exponer una alternativa de buen uso de las zonas de reserva campesina que conduzca a lograr la desmovilización de todos los miembros de los grupos armados ilegales, proporcionar un proyecto de vida digna a los campesinos y desmovilizados, erradicar los cultivos ilícitos, convertir a Colombia en potencia mundial en la producción de alimentos, acabar definitivamente con la guerrilla y lograr la paz verdadera sin que exista riesgo de surgimiento de nuevos actores armados.

Lo anterior puede hacerse realidad si el Estado proporciona opciones de vida digna para los campesinos y pobladores rurales, evitando así su ingreso a los grupos terroristas. Esa alternativa se propone de la siguiente manera:   

En Colombia actualmente están constituidas seis zonas de reserva campesina (ZRC), así: 1.- San José, El Retorno y Calamar (Guaviare), con un área de 463.600 hectáreas. 2.- Cabrera (Cundinamarca), con un área de 44.000 hectáreas. 3.- Cuenca del Río Pato y Valle de Balsillas, San Vicente del Caguán, (Caquetá), con un área de 88.401 hectáreas. 4.- Morales y Arenal (Bolívar), con un área de 29.110 hectáreas. 5.- Yondó y Remedios (Antioquia) y Cantagallo y San Pablo (Bolívar) en el valle del Río Cimitarra, con un área de 184.000 hectáreas. (ZRC suspendida). 6.- Alto Cuembí y Comandante – Puerto Asís (Putumayo), con un área de 22.000 hectáreas.  

Además de las ZRC, existen grandes extensiones de tierras adjudicadas como territorios colectivos a las comunidades negras e indígenas, entre las que se encuentran las comunidades negras de Curvaradó y Jiguamiandó, en jurisdicción de Carmen del Darién y Belén de Bajirá – Chocó, con una extensión de 46.084 y 54.973 hectáreas respectivamente.

En este caso particular, se trata de tierras de primera calidad, con absoluta vocación agrícola, que precisamente llevan su nombre por dos grandes ríos que la atraviesan en su totalidad, los cuales desembocan en el Río Atrato y este a su vez lo hace en el Mar Caribe, constituyéndose así en vías de comunicación naturales para efectos de exportación de los productos que allí se produzcan. Paradójicamente, a pesar de tanta riqueza, esta es de las zonas más pobres y abandonadas del país.  

La idea es convertir a las ZRC en “Complejos Agroindustriales Campesinos”, bajo estos criterios: 

Lo primero que debe hacerse en estas ZRC es asegurar la presencia del ejército en cada una de ellas, las unidades de la fuerza pública que allí se establezcan tendrán como misión blindar toda su área y garantizar plena seguridad dentro del perímetro de las mismas y sus alrededores, que históricamente han sido guaridas de los narcoterroristas, convirtiéndolas en zonas seguras para implementar cualquier tipo de política de desarrollo rural.

Lo fundamental: Identificar las fortalezas de cada una de las ZRC para la implementación de programas agroindustriales y convertirlas en Complejos Agroindustriales Campesinos, en los que Estado – campesinos – desmovilizados, interactúen para establecer en ellos diversos cultivos tecnificados y su posterior comercialización.   

El propósito es que en los Complejos Agroindustriales Campesinos se desarrollen programas agrícolas a gran escala para producir alimentos en toda su cadena de producción, donde los campesinos y desmovilizados conformarían organizaciones campesinas que se creen en su interior para ejecutar cada tipo de explotación.

El Estado a través de los ministerios y entidades competentes, entre otros, diseñarían modelos de desarrollo agrícola y financiarían los proyectos para cada uno de las Complejos Agroindustriales Campesinos de acuerdo a sus características y vocación, para que sean ejecutados por cada organización campesina.

Seguir combatiendo a los narco terroristas con toda la decisión, al tiempo que iniciar con la implementación de los Complejos Agroindustriales Campesinos constituiría el camino a la paz verdadera.

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