Realizado el 45º Festival de la Leyenda Vallenata, más allá del análisis múltiple que se le debe hacer al evento, principal credencial de esta música; consideramos necesario que los amantes, expertos y comentaristas de esta música, incluyendo acordeoneros y compositores, hicieran una serie de reflexiones sobre lo que está pasando con la misma?.
Nos preguntamos, ¿Hasta donde el vallenato conserva su esencia?, ¿qué tanto ha cambiado su temática y su rítmica, con la llamada nueva ola y – en general- qué pasa con sus canciones?.
El diario EL PILÓN, como órgano de expresión de la comunidad vallenata, quiere propiciar esa discusión sana, amplia y democrática sobre las tendencias y los cambios que viene sufriendo la canción vallenata. Posteriormente, tocaremos otros temas de nuestra música.
Es necesario reiterar la gran riqueza popular de las primeras canciones de esta música que ya tiene más de un siglo de existencia. Estas nacieron en el campo, en el monte, en los potreros, en los cantos de vaquería como bien se puede comprobar en los textos de Ciro Quiroz Otero, Consuelo Araujo Noguera, Julio Oñate Martínez y Tomás Darío Gutiérrez, para citar sólo a algunos de los más conocidos.
Y en efecto, la creatividad, la fuerza de su poesía, su naturalidad, su lenguaje sencillo, su narrativa, sus vivencias, y su sentido de la vida, entre otras virtudes, le dieron una importancia y una fuerza similar a la de las letras de la música ranchera mexicana, o a la del tango argentino, sin hablar de la tradición y vigencia del bolero, para citar sólo algunos géneros entre los más populares de este continente.
Por supuesto, siguen apareciendo también compositores muy buenos, sinceros, profesionales de ese arte, pero estos son una minoría.
No obstante, en los últimos años han surgido una serie de compositores de la línea romántica, algunos de ellos con razones vivenciales, pero otros alimentados por la lectura rápida de mucha poesía española, sin comprender, a cabalidad, su significado y su alcance. Estos componen canciones que tienen poca fuerza comunicativa, se escuchan algunas semanas en la radio y luego se olvidan, para siempre…
Algunos de estos compositores sólo crean para el Festival, por eso los llaman los Festivaleros, pero las letras de la mayoría de sus canciones, reiteramos, no tienen mayor profundidad y se quedan en coros, en estribillos que no dicen nada, que no comunican nada…
Suponemos que algunos lo hacen por comercio, más que por afición o vocación, y pensando más en el lucro que genera este tipo de productos culturales. Por las anteriores razones, nos preguntamos si hay una crisis de la canción vallenata.
Y en ese orden de ideas, consideramos necesaria una revisión a fondo, por parte de la Fundación del Festival, del concurso de la canción inédita que amerita una mejor selección previa, para evitar que caiga en lo monotemático, por ejemplo el personaje a homenajear, y – por el contrario- fomentar el rescate de la profundidad y la riqueza de las canciones de la música vallenata de antaño, que tanta gloria le dieron a esta región y facilitaron presentarla al resto del país y al mundo. En otros comentarios editoriales, insistimos, nos referiremos a otros aspectos de la música vallenata actual.