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¿Qué está pasando en este país?

En cumplimiento a una ética verdaderamente legítima, Colombia requiere hoy más que nunca desarraigar las insanas costumbres, el ya tradicional actuar corrupto y desmedido, propio de una insensata cultura, que nos tiene al borde de la confrontación social y del desprestigio internacional. Nos preguntamos ante la diatriba de trampas, calumnias dentro de la institucionalidad ¿A quién creerle? ¿Es ético el actuar de ciertos funcionarios, especialmente el Fiscal General de la Nación?

Lo cierto es que de seguir así Colombia, está lejos de encontrar un verdadero desarrollo en el panorama político – administrativo. Con relación a la crisis financiera, mejor al desfase que afronta el país; especialmente en materia de educación, hacemos este interrogante ¿Son válidas las movilizaciones sociales? Es imprescindible señalar que la protesta es válida a la luz del derecho; pero es probable que estas manifestaciones estén infiltradas por fuerzas al margen de la ley. Con relación a lo anterior no podemos prescindir el impacto que ha causado a nivel nacional el resurgir de las fuerzas vivas, aglutinadas por la academia, la masa pensante. Diremos que es histórico el momento que se vive, cuando la Universidad privada coadyuva a encontrar senderos que afronta la educación colombiana desde hace varias décadas.

Estas expresiones colectivas sin lugar a equívocos, han motivado y preocupado al presidente Duque Márquez, quien a raíz de la oleada de problemas que afronta el país ha bajado en su popularidad; le corresponde al joven mandatario empoderarse de un sistema alternativo que convoque al cambio y a la solución que desde el antaño han debido ejercer anteriores mandatarios. Los problemas se mantienen vivos y los administradores pasaban y no los enfrentaban.

Que esta reflexión sirva al presidente a concertar, socializar de una mejor manera el cúmulo de irregularidades que persisten en el país; por fortuna entendió y a tiempo que grabando con más impuestos no era el camino redentor. Con sobretasas e impuestos no se castiga al pueblo. Colombia tiene recursos para afrontar esta situación; un ejemplo lo constituye la riqueza minero – energética y un sin número de bondades que caracterizan a este país.

Es hora de hacer un viraje al sistema anacrónico de entregar al país a multinacionales mediante concesiones, que nos dejan míseras regalías, cuando podríamos quedarnos con todo. Volviendo al interrogante del escrito, nos encontramos con el mayor escándalo nunca antes experimentado en el país, orquestado por Odebrecht con el apoyo soterrado de entidades financieras de orden nacional y la participación de servidores públicos, que de servidores no tienen nada.

Lo expuesto no es problema de poca monta y como tal merece toda la atención, la que no se le ha brindado; la alternativa, es seguir insistiendo en aras de encontrar la verdad, su merecida y oportuna solución; es un imperativo ético que todos los Colombianos de bien debemos apoyar. Actuar con sensatez, prudencia, cordura e inteligencia es lo que necesita con urgencia el país; los problemas no deben avanzar, hay que enfrentarlos para que sus tentáculos extirpados no sigan carcomiendo la estructura institucional. Debemos evitar la polarización, la beligerancia, la retórica incendiaria que no ha dado resultado; así resurgirá la credibilidad institucional. Es imperioso que asumamos el reto de trasegar por la senda de los principios éticos, para salir del caos e insatisfacción que vivimos.

Por: Jairo Franco Salas-jairofrancos@hotmail.com

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