“Colombia es un país muy bueno escribiendo la reglamentación, pero no hay garantías para conocer qué institucionalidad garantizará que se cumpla en la práctica, cuando en nuestra sociedad tenemos el uso de armas como una cultura, aunque la norma sea clara”: con esto nos permitimos parafrasear a Carlos Builes, director de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Pontificia Bolivariana, cuando opinaba en medios nacionales sobre las nuevas disposiciones para portar armas en Colombia, a través del Decreto 2362 de 2018.
Traemos a páginas este tema pues en la temporada cobra vigencia, no solo el porte de armas con salvoconducto, en el peor de los casos sin el mismo, y no solo nos referimos a los delincuentes para los cuales hay disposiciones judiciales sumamente claras, sino que también hablamos de los ciudadanos que en busca de protección de los primeros se les da por portar armas. Todos los anteriores pueden incurrir en la práctica a la cual nos queremos referir en este editorial.
Disparos al aire en medio de las fiestas, porte que raya en la intimidación para afrontar discusiones callejeras, y más usos indebidos, impulsados por la incultura ciudadana, irresponsabilidad a flor de piel que deja víctimas fatales.
Por esto queremos hacer un llamado a la comunidad con vehemencia, pues, pese a los esfuerzos de las autoridades, la página no ha pasado totalmente y todavía vemos a ciudadanos ejerciendo mal uso de las armas. En Valledupar, en mínimos casos, todavía se ven actitudes del ‘lejano oeste’, conductas que fueron parte de la narrativa coloquial, de décadas atrás. Vehículos a altas velocidades, whiskey, música a alto volumen y ‘armas en la pretina’.
Nuestro respaldo a la Fuerza Pública a la hora de garantizar la seguridad de los ciudadanos, del comercio, del turista, para que las armas no estén en manos indebidas, sin permisos y utilizadas irresponsablemente. Muchas veces vemos porte de armas transgrede los límites territoriales y otros que establece la directriz Presidencial.
Por supuesto, hemos escuchado con atención a los ciudadanos que consideran que existe una ausencia del Estado en la tarea de brindar seguridad y que por esto deben tomar “sus propias precauciones”.
Pero también hemos recibido comunicados de la Policía del Cesar sobre capturas por porte ilegal de armas, muchos de esos casos evitando sicariato y hurto, por lo cual aplaudimos la labor sin descanso en estas temporadas.
Esperamos que estas fiestas continúen en paz, con los más bajos índices de accidentes con armas de fuego, con total responsabilidad en el uso y posesión de las mismas. Que no existan noticias que lamentar en los hogares por las armas de fuego mal guardadas, pues lo que en esta temporada debe reinar es la cultura, la fraternidad, el calor del hogar y nuestra expresión cultural folclórica.