Señores dirigentes del Partido Liberal Colombiano, del Partido Cambio Radical y del Partido Social de la Unidad Nacional – U, les pedimos que tengan mucha inteligencia y responsabilidad cuando piensen en el departamento del Cesar. Que gran oportunidad tiene el presidente Iván Duque Márquez de escoger un gobernador trabajador, transparente y sin soberbia.
Mientras, el secretario de Agricultura del Cesar, Dr. Wilson Andrés Solano, cumple el encargo de gobernador, para el cual lo tuvo en cuenta inicialmente el presidente de la República, queremos que los partidos involucrados en la elaboración de la terna para surtir el cargo, piensen en nombres que valgan la pena y no en monigotes, esto lo expreso con el respeto que me caracteriza por todos y cada uno de esos partidos.
Todo monigote es pusilánime, inverecundo y sin personalidad. A este periodo de los gobernadores que va del 2020 al 2023 le faltan tres años y cinco meses, eso significa que esto apenas está empezando; el departamento cuenta con 1.295.387 habitantes y el Plan de Desarrollo en su Plan Plurianual de inversiones, estimó recursos aproximadamente de 3.6 billones para el cuatrienio.
Lo serio y responsable es que de la terna y posterior decisión presidencial, surja un nombre que haga las cosas con criterio propio y no que preste su cuerpo para que otros decidan.
No queremos un gobernador que tenga a los alcaldes de los 25 municipios del departamento como convidados de piedra, no queremos un terco y vanidoso que desconozca al alcalde de Valledupar y pretenda tratarlo como un secretario de despacho, que no entienda que en la capital viven 532.956 habitantes, o que desconozca a los diputados y congresistas, y más importante aún, al pueblo cesarense. No queremos un gobernador que tenga una mala comunicación con los ministros y los funcionarios públicos del orden nacional.
Queremos un gobernador que entienda, que por la pandemia que vivimos, el plan de desarrollo debe ser revisado y ajustado en sus prioridades, de igual manera quien llegue a ocupar esta dignidad, pueda entender que no es el momento de construir un centro de la cultura vallenata cuyo costo supera los ciento veinte mil millones de pesos. Queremos obras que sean útiles de verdad y no un robo, queremos buenas vías, acueductos, alcantarillados, salud, educación, entre otras, son estas las obras que proyectan el desarrollo del departamento y por ende contribuyen a mejorar el nivel de vida de nuestros conciudadanos.
Queremos que quien llegue entienda que los contratos de obras no se deben llevar a cabo sin planeación alguna y menos establecer permanentemente prórrogas en tiempo, como tampoco adicionar en valor en su máxima expresión como si fuera el común denominador en todas ellas; así sucedió en Aguachica con el Hospital José David Padilla Villafañe, que arrancó con un valor de 37 mil millones de pesos, a este le concedieron adición por 18 mil millones de pesos, y no contentos con esto nuevamente le conceden otra adición por valor de 1.979 millones de pesos. No queremos más contratos de obras como el del CDT que cuestan lo que cuestan.
Que se escoja a alguien ¡que dé la talla!