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Que buena la riqueza de los verdaderos ricos

Esconder la verdad mediante la desinformación no es nada honroso para la preservación natural de la vida y por consiguiente de la naturaleza humana.

Temas como la no utilización -sino en forma gradual en las energías de los hidrocarburos y otras no renovables- hablaran por sí solas del futuro de la humanidad y del principio básico de la preservación del universo que, en su carrera permanente hacia el infinito, insinúa y trabaja en forma constante el camino para que la vida también sea continua y con tendencia al infinito. 

Mientras logramos sustitutos a dichas energías, es importante con lo que hoy explotamos para garantizar  el trabajo existente, aumentando el mismo con lo que en la actualidad se ha logrado, e ir pensando paralelamente en un desmonte gradual de estas explotaciones dichas, tal como ya lo vienen haciendo grandes empresas que han empezado con los temas de la reducción del CO2 en la atmósfera producto del efecto invernadero, que no es otra cosa que la retención en la superficie terrestre de excesos del mismo gas, cuyas causas son de estudios incansables de las ciencias del futuro. 

También se ha iniciado la producción de energías renovables a través del viento, el sol y el mar tratando de evitar tocar a la naturaleza misma, que no son las totalmente ideales por su variabilidad, y cuando ya se empieza a pensar en las energías atómicas.

La misión del hombre de ideas sanas, es la de producción de riquezas que permanentemente produzcan más riquezas, y es por ello, que el mundo económico y social tenderá permanentemente a un capitalismo bien entendido como base fundamental para el sostenimiento digno del hombre sobre la tierra.

Parece absurdo, pero hay que trabajar por la descapitalización del capital en el sentido de que la riqueza debe estar al servicio del entorno, no solo como objetivo para lograr el bienestar social, sino que quienes la producen tengan cada vez más y más con el sentimiento universal de no contrarrestar el modernismo sino usufructuar del mismo, y nuestro espíritu no se trastorne por la vanidad y el placer de las cosas fáciles. En este sentido hay que educar al rico para sociabilizar su riqueza y preparar al pobre para su producción y logro.

Hoy en día, los capitales aprovechados a través de obras sociales ejecutadas  directamente por quienes los producen es la fórmula más viable en los temas de responsabilidad comunitaria, donde las organizaciones y  actividades de carácter político y de quienes las manejan han sido amarradas por el fracaso cuando han tenido la oportunidad de hacerlo, y, solo basta con recordar como temas sobre regalías, que para no extenderme mucho más, fueron malgastadas cuando en su momento eran directamente entregadas a las regiones y tribus, que sin sentido de planificación alguna, tiraron a la basura y a sus bolsillos a través de una dirigencia regional sin escrúpulos ni sentimientos sociales, agobiados por el carácter insensible de la riqueza sin trabajo.

Hay que propender por el capital para que con el interés y veeduría de quienes lo poseen, lo reinviertan, como regla universal para aumentar el trabajo, sobre todo, en estos momentos en que la moda de la nueva teoría de la inteligencia artificial, que propende por manejar el nuevo estado social, lo haga, pero sin desescalar  la propia vida humana con servicio y propensión continua al mejoramiento de las condiciones de hábitat, para que con un trabajo digno sirva de equilibrio a esta humanidad que en constante crecimiento nos está permitiendo descubrir y utilizar nuevos mundos para la estabilización de la existencia de la obra de Dios.

Como amante de la vida y de las ciencias de los números, siempre tengo en cuenta la ley de las proporciones del espíritu que resumo del libro de los Corintios 9, 6-10. “Cada uno dé como propuso en su corazón; no con tristeza, ni por necesidad, sino por la filantropía que le inspira el bien social”.

También hay que recordar que los principios básicos de las finanzas dan a entender que, el único lugar donde no debe estar tu dinero es en los bancos, y quien lo hace, en estos momentos donde reina la pobreza con miseria, y muere con muchísimo dinero en ellos, va directamente al infierno.

El rico moderno ya no puede hacer lo que quiere, ni muchos menos engreírse por su estabilidad económica personal, ya que solo logrando el bienestar social para con su entorno, le hace honrado y orgulloso de sus posesiones. Haz riquezas y reinviértelas para que nadie te olvide.

Gracias a la riqueza bien habida y manejada podremos entender lo que es la felicidad, porque siempre estaremos satisfechos como la hacemos y como la gastamos. ¡Qué buena la riqueza de los verdaderos ricos!

Por: Fausto Cotes N.

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