Tan sólo diez años después de concluida la Segunda Guerra Mundial el psicólogo social y humanista alemán Erich Fromm (1900–1980), publicó en los Estados Unidos un libro titulado The Sane Society, traducido y publicado en castellano como Psicoanálisis de la sociedad contemporánea – Hacia una sociedad sana (Fondo de Cultura Económica, México, 1956).
En dicha obra, que en 1971 ya iba por la novena reimpresión, Fromm se preguntaba, entre otras muchas cosas interesantes e inteligentes, ¿Puede estar enferma una sociedad? La pregunta es buena porque sugiere muchas posibilidades de respuesta, muchas de ellas atractivas y plausibles, y casi todas ellas problemáticas. Se trata de una de esas preguntas que tienen como punto de partida el uso analógico de un concepto: “enfermedad”. Es un concepto que surge y se justifica a partir del análisis comparativo del estado de un ser vivo particular, y aplicarlo sin más a una sociedad crea problemas sobre los cuales es conveniente reflexionar un poco. Una cosa es afirmar que algunos individuos, que componen una sociedad, están enfermos mentalmente, otra muy diferente es decir que la sociedad que ellos componen está perturbada.
Por otra parte, diferenciar sociedades enfermas de sociedades sanas resulta también altamente peligroso desde el punto de vista político. El uso analógico del concepto de enfermedad puede ser y de hecho ha sido utilizado por diversos regímenes autoritarios y antidemocráticos para justificar la dictadura y el absolutismo: en la misma forma en que el médico, para curar la enfermedad de su paciente, con no poca frecuencia se ve en la irremediable necesidad de aplicar disposiciones dolorosas y procedimientos molestos que una persona sana no requiere, así mismo el caudillo, el partido o los iluminados de una sociedad dada pueden llegar a concebirse a sí mismos como médicos de lo social, curanderos de males colectivos, llamados por una especie de revelación divina a extirpar los desarreglos y desajustes que le impiden a una sociedad dada desarrollarse en forma sana y promisoria. (Revista Javeriana, Bogotá Colombia).
Teniendo en cuenta la investigación del Psicólogo Alemán Erich Fromm se puede concluir que en nuestra sociedad convivimos con individuos mentalmente enfermos, pues no todos los colombianos sufrimos esa patología. El caso más reciente donde se tipifican los conceptos de Fromm lo protagonizo el asesino de Rosa Elvira Cely en el Parque Nacional en Bogotá, sin embargo, dadas las características del hecho no puedo como ser humano considerar al delincuente como un enfermo mental especialmente por los signos de empalamiento presentes en la victima. Medicina Legal en su diagnostico consideró que el delincuente Javier Velasco no presenta síntomas ni patologías que describan una enfermedad mental. Por lo tanto, es un asesino que debe ser juzgado y puesto en prisión de manera ejemplarizante. No puede nuestra administración de justicia continuar taciturna en la aplicación y tampoco en el procedimiento penal porque estaríamos frente a un modelo que premia la ilegalidad y la concepción del delito.
La normatividad vigente para el caso referenciado presenta muchos vacios en lo relacionado con violaciones, acceso carnal violento en especial con menores, la norma taxativamente es muy exigua y condescendiente con la reducción de las penas privativas de la libertad. Estos delitos así como el maltrato físico indistintamente del género y de la edad merecen otro tratamiento jurídico, endurecer las penas para castigar estos delitos es la vía perentoria en tiempos de concertación con miras a reformar la justicia. El aparato que administra la Justicia en Colombia no debe seguir contemplando la contingencia sin tener como referente los hechos históricos, en el mismo sentido, tampoco puede soslayar el reclamo de la ciudadanía que pregona cambios significativos.
En relación con lo narrado Sigmund Freud y Erich Fromm, ambos expatriados judíos perseguidos por el fanatismo nazi consideraron “Es muy probable que sea el mundo el que está enfermo, y es probable que eso sólo lo perciban las víctimas del terrorismo, de la pobreza globalizada y de la generalizada y sistemática destrucción del medio ambiente”
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