Por Rodrigo López Barros
La publicidad es una verdad virtual, aunque en algunos casos pudiera ser algo real; pero en general la publicidad está revestida de sofisterías; lo que busca es persuadir el ánimo de los receptores, que para eso pagan los anunciadores.
El artilugio es utilizado por quien quiera vender un artículo de consumo, grabar una imagen en la memoria de las gentes, o plantar una idea en la mente humana; verdaderamente es un marketing.
Lo usan los comerciantes, los políticos, y también lo vienen practicando a porrillo, como es fácil observarlo por todas partes, los administradores de la cosa pública, que de esa manera tratan dejustificar sus ejecutorias de gobierno, auncuando su finalidad mediática es la de obtener beneficios políticos electorales.
Este es el objetivo por el que más se usa, no obstante devengan a la postre “falsos positivos”, pues ordinariamente allí no hay interés por la verdad, se repite, sino por seducir y lograr el éxito buscado.
Evidentemente, en este mundo moderno-contemporáneo, el arte de la publicidad ha alcanzado una preponderancia como nunca antes, superior a las de cualesquieras otras industrias humanas, pues al fin y al cabo ella es la energía motriz de todas las demás; enriquece sobre manera a sus promotores y propietarios, a costa del consumo de cosas; consigue interiorizar ideas y conceptos, pues ella es capaz de penetrar el subconsciente de las personas y subyugarlas con adhesión sumisa.
El empresario de la publicidad, o el simple anunciador, a través de los medios impresos de toda índole, físicos o electrónicos, de vallas propagandísticas, vallas y más vallas, exhibidas por doquier en las ciudadesy en los campos; y particularmente en la pantalla televisiva (modernísima Caja de Pandora, conjuntamente con los actuales y sin duda futuros medios telemáticos),es el medio más expedito y notoriamente más influyente para conquistar la mente y el corazón de sus asiduos y obsecuentes espectadores, por muchedumbres.
Pero bueno, finalmente a lo que quería apuntar con el tema de la publicidad, ojalá veraz, es a lo siguiente: es posible aprovecharla a favor del Departamento del Cesar, como palanca de la industria turística.
Esta seguramente seria, con creces, uno de los más grandes activos patrimoniales de la región, mediando el respaldo oficial y el empeño constante de la innovadora iniciativa privada, a fin de que se vuelva económicamente prospero para todos los intervinientes.
El Departamento podría asociarse con todos los municipios que la constituyen (y por qué no con el de La Guajira y sus propios municipios) con el objeto, entre otros, de construir buenas vías de acceso hacía todos aquellos lugares con vocación turística.
Siempre se dijo que un buen gobernante es aquel que construye vías, ya que los particulares hacen el resto.
Lo dicho requeriría un plan de Ordenamiento Departamental Turístico, de obligatorio cumplimiento por parte de todos los gobiernos departamentales, que se sucedan; cuyo diseño, legal, le correspondería a la Asamblea Departamental o a las asambleas departamentales respectivas.
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