BITÁCORA
Por: Oscar Ariza
El Ministerio de Educación Nacional cada día demuestra un mayor interés por medir la calidad de la educación colombiana a través de evaluaciones periódicas que, sin querer queriendo, reflejan la verdadera realidad educativa del país, no sólo por las deficiencias pedagógicas y curriculares que revelan, sino porque ponen de manifiesto la enorme brecha de desigualdad social en Colombia.
Se busca con este tipo de pruebas identificar los conocimientos habilidades y valores que todos los estudiantes colombianos desarrollan durante su trayectoria escolar, tal como reza en los objetivos que sustentan este tipo de evaluaciones llamadas pruebas saber o Icfes.
Lastimosamente el espíritu de la evaluación, en lugar de revelar el estado general de la educación en todas las instituciones públicas y privadas de Colombia, ha terminado por generar una competencia voraz entre instituciones interesadas más en figurar en la tabla de puntajes muy altos, que en brindar una formación integral que supere el mero momento de aplicar una prueba, que dadas las condiciones en la que desarrolla, no refleja una realidad clara y precisa de la educación colombiana. Me refiero a las condiciones desiguales que se generan en el proceso de preparación de los estudiantes para enfrentar este tipo de evaluación.
Cuando el Icfes muestra el consolidado de las pruebas a nivel nacional, aparecen en la tabla pocos colegios oficiales y muchas instituciones privadas en niveles muy superiores, con respecto a los primeros, lo que sugiere que la educación pública viene en decadencia. Una verdad dura y vergonzosa que no necesita de las pruebas prosaber para ser comprobada, pues la población estudiantil del sector público además de su pobreza y pocas condiciones logísticas para aspirar a una mejor educación, padece la indiferencia de un Estado que gasta anualmente miles de millones de pesos en guerra, mientras la educación se deteriora más frente al poco interés que se demuestra por fortalecerla, pues se interesa más en la cobertura, que en la verdadera calidad del servicio.
Preocupa que la prueba Icfes o Saber no refleje el verdadero estado de las cosas, pues la mayoría de los colegios que alcanzan niveles muy superiores, especialmente los privados, inician desde primeros grados un entrenamiento continuo y riguroso para que sus estudiantes adquieran las destrezas para responder este tipo de pruebas. Grandes sumas de dinero gastan los padres familia en este tipo de entrenamiento; una verdadera ventaja que pone en situación de desigualdad a aquellos estudiantes del sector público que no tienen como costearse este tipo de instrucción.
La educación que se brinda hoy en muchos colegios es maquillada y – por lo tanto- mentirosa, pues se ha alejado de su propósitode formar integralmente al estudiante, para cumplir con la exigencias de una prueba Icfes, que realmente no evalúa la calidad de la educación, pues muchas instituciones se preparan para resolver este tipo de medición, olvidando la formación integral. Así, hay estudiantes con puntajes muy altos en las pruebas, pero con niveles bajos de formación integral.
Cada día los estudiantes llegan con menor grado de preparación a las universidades. El Icfes y las pruebas Saber Pro han hecho que muchas instituciones educativas descuiden la calidad de la formación que brindan y terminen cayendo en un mercadeo que cosifica al estudiante, pues solo les interesa promocionar sus servicios desde y a partir de la pruebas Icfes, apelando muchas veces al fraude, pues de antemano consiguen irregularmente las respuestas a la prueba, con tal de aparecer en niveles muy superiores, lo que ha dado origen a una verdadera mafia alrededor de este tipo de evaluación.
Las prueba Icfes no pueden convertirse en el objetivo primordial de la educación, pues seguiremos cubiertos por unos resultados mentirosos e inversamente proporcionales a nuestra realidad educativa, pues una vez hecha la norma, pareciese que hicieran en forma alterna la trampa para sortearla y desde el atajo obtener una ventaja que en la mayoría de los casos no está mediada por la calidad, sino por la competencia desleal y el arribismo de quienes han vuelto la educación más que un servicio, un buen negocio para enriquecerse bajo la etiqueta de garantizar la obtención de unas pruebas Icfes o saber con puntajes muy superiores.
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