La olla está en un fogón de leña, al aire libre, en un punto de la Serranía del Perijá, entre los municipios de La Paz y Manaure, en el Cesar, donde hombres y mujeres trabajan mano a mano en un proyecto que promete llevar el agua a sus comunidades.
Este trabajo comunitario beneficiará a cerca de mil personas: unas 300 entre reincorporados y sus familiares que habitan en la vereda Tierra Grata, Manaure; y a unas 700 de la comunidad de una zona del corregimiento de San José de Oriente, La Paz, que es el centro poblado más cercano a Tierra Grata. Nadie recibe un peso por los jornales pues se trata de un proyecto vital para las comunidades.
La jornada ha reunido a más de cincuenta personas, pero hay días que han participado hasta 115 voluntarios dedicados a instalar unas largas y pesadas mangueras de tres pulgadas por cerca de nueve kilómetros de terreno montañoso, desde la bocatoma que está cerca al Río Chiriáimo, en el Alto de la Virgen, hasta dos puntos: uno en la vereda Tierra Grata y otro en el corregimiento de San José de Oriente. Se han vivido largas jornadas de trabajo para subir la manguera, pegarla, enterrarla y lograr conectarla.
Al finalizar la jornada, como la mayoría de las veces, se prepara un almuerzo comunitario como el que Maritza realiza con ayuda de un grupo de hombres y mujeres, tanto exguerrilleros como de la comunidad, que han transformado la necesidad del agua en esperanza, en trabajo conjunto, en motivo de reunión, organización y alegría.
Maritza es excombatiente de las Farc y realiza su proceso de reincorporación en Tierra Grata, en donde vive con su pareja y con sus dos hijos, Juan Esteban, de trece años, y a quien había tenido en la época de la guerra; y Brenda, una bebé de un año y dos meses de edad que tuvo después de la firma del Acuerdo de Paz. Maritza cuenta que en Tierra Grata no hay acueducto y que el agua que llega la traen en carrotanques que la Agencia para la Reincorporación y la Normalización, ARN, le compra a los Bomberos: “De no ser por eso, allá no tendríamos agua ni para un caldo”, dice mientras va revolviendo la olla.
En la zona alta de San José de Oriente tampoco hay agua de manera permanente. “No sé cómo explicarle, pero para que se haga una idea”, dice Flor Liz Quintero habitante de San José de Oriente, “tenemos días en los cuales el agua solo llega una hora”. Para ella, este proyecto, también es prioridad: “si logramos que el agua llegue todos los días, esto será algo muy grande para nosotros, como un milagro que de pronto otra gente no valora, porque están acostumbrados a que abren el grifo y les sale agua, pero aquí no es así”.
Un proyecto comunitario por la reconciliación
La historia de este proyecto inició en mayo del año 2018, cuando la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, con recursos del Fondo Europeo para la Paz, empezaron un proceso de priorización con las comunidades con el que querían apoyar una obra que generara integración comunitaria, que tuviera viabilidad técnica y, sobre todo, que contribuyera a los proyectos productivos que son la base de su futura seguridad alimentaria. Se pensó en construir una escuela, en adecuar una cancha de fútbol y también en el proyecto del agua. Finalmente, la obra se inició en agosto pasado.
“Para nosotros la prioridad siempre fue el agua”, recuerda Carolina Vargas, una exguerrillera de las Farc. “El agua no solo es vida, sino que de ella dependen muchos otros proyectos nuestros, como los productivos, nuestra comida y el proyecto de vivienda”. Lo mismo pensó la gente de la comunidad que no dudó ni un segundo en elegir el proyecto de conducción de agua. “Al mirador el agua llega poquita, y es una necesidad para todos, por eso apoyamos este proyecto en el que trabajamos con los excombatientes”, dice Héctor Palacio, miembro de la comunidad.
La obra, que se espera esté lista en septiembre, se realiza en el marco del proyecto Integración para la reconciliación de la FAO, financiado por el Fondo Europeo para la Paz y apoyado por el Ejército, la ARN y el SENA. La Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia, por su parte, acompaña las labores en el terreno.
La ilusión de la comunidad y habitantes de Tierra Grata es que esta obra sea la génesis de los proyectos futuros que esperan: un acueducto y un alcantarillado, para gozar de agua potable, no solo para sus iniciativas productivas, sino también para su vida diaria.
Por ahora, el proyecto de conducción de agua que busca contribuir al proceso de reincorporación ha logrado tejer lazos entre comunidades vulnerables y ha generado espacios para el diálogo y la reconciliación, como el sancocho comunitario que les ha permitido compartir y trabajar por un sueño común.
“Compartir entre todos es algo muy lindo porque ahí nos encontramos como una familia grande que somos. Hasta el momento ya hemos construido algo muy bueno, que es la confianza, que es algo que no teníamos con ellos, pero que vamos construyendo cada día”, cuenta Zulle Mesa, líder de la comunidad en San José de Oriente.
La comida ya está lista, ya son las dos de la tarde y es el fin de la jornada de trabajo. Mañana, muy temprano, comenzarán de nuevo hasta que, por fin, brote el agua en San José y en Tierra Grata.
Por: Jorge Quintero/ EL PILÓN
Oficial de
Información Pública, Regional Valledupar
Misión de Verificación de la ONU en Colombia