Hace un mes planteé al Gobierno en este espacio la importancia de enfocar todos los esfuerzos económicos en la dotación de infraestructura hospitalaria y garantizar la producción de alimentos, mientras se ganaba tiempo para enfrentar la pandemia del coronavirus que se nos coló por el aeropuerto el Dorado.
En materia de salud, tanto el sector público como el privado, han hecho un enorme esfuerzo para dotar a los hospitales y clínicas de salas y equipos que se requieren para atender a los pacientes en UCI, proteger al personal medico y hacer las pruebas para detectar a los ciudadanos contagiados por el covid-19.
Desafortunadamente, con la estrategia de seguridad alimentaria no ha sucedido lo mismo. La improvisación en la distribución de las dotaciones de alimentos han estado salpicadas por escándalos de corrupción; los programas de acceso a créditos no le están llegando a los agricultores para establecer las siembras de 3.5 millones de hectáreas con las lluvias de abril y la apertura de importación de materias primas agrícolas sin aranceles ha desmotivado la producción nacional.
Preocupa mucho el silencio de algunos dirigentes gremiales que tienen el deber de defender los intereses de los agricultores del país. Los problemas del campo no se resuelven con diagnósticos trasnochados desde los lujosos despachos en Bogotá, ni mucho menos desde las redes sociales y las cabinas de los noticieros radiales y de televisión. Da mucha indignación ver tanta indolencia e inoperancia burocrática con el sector agropecuario.
Son más de 3 millones de agricultores y ganaderos que están angustiados por la falta de resultados del Estado, en las soluciones que requiere el normal desarrollo de sus actividades. Empezando por lo primordial, la certeza sobre los derechos de sus predios rurales. Aquí hace años que no vemos señales de políticas públicas de largo plazo que solucionen los problemas de acceso a sistemas de riego, asistencia técnica, biotecnologías, coberturas de riesgos de las rentas, control sanitario y fitosanitario, vías terciarias y esquemas sencillos y ágiles de acceso a créditos agropecuarios.
Muchos colombianos no entendemos como el Gobierno teniendo un fondo de tierras con 4 millones de hectáreas, no las adjudica a pequeñas familias que tengan apego por el campo. ¿Por qué no transfieren gratuitamente a los campesinos todo el desarrollo en biotecnología que produce Agrosavia? ¿Por qué la Agencia de Desarrollo Rural no está construyendo pozos profundos, reservorios y canales de riego en las zonas de mayor sequia? Si contamos con un Banco Agrario y un Fondo Agropecuario de Garantías ¿por qué no se respalda el 100 % de los creditos a los productores del campo que tienen un contrato de comercialización? Y ¿por qué el ICA no ejecuta los protocolos de vigilancia sanitaria? Claramente, el problema no es de institucionalidad, es de falta de gerencia.
La FAO acaba de advertir sobre las repercusiones que va a tener la pandemia del COVID-19 en el comercio mundial de alimentos y las cadenas de suministros, y si no resolvemos rápidamente estos problemas de ineficiencia, vamos a tener problemas en la seguridad alimentaria de los colombianos.
Proteger a un medico o a una enfermera es tan importante como proteger a quienes producen nuestros alimentos.