De dos lagos podría pender el abastecimiento de agua de Valledupar en la medida en que se regulen las concesiones del río Guatapurí, que impiden que el líquido llegue pleno a la ciudad, tras ser desviado para labores agrícolas y ganaderas, no obstante, a que la prioridad debe ser el consumo humano.
Construyendo dos represas, una en el balneario Hurtado y la otra a la altura de la Calle 44, se podría represar el caudal que se requiere para llenar los dos lagos o embalses de aguas corrientes, con capacidad de proveer el acueducto local, sin arriesgar la salud de los vallenatos con aguas detenidas o estancadas.
El mal uso de las concesiones o reparto de agua del afluente, lo que le corresponde regular a Corpocesar, mantiene moribundo al río Cesar que precariamente recibe el 5% de ese caudal.
La novedosa propuesta la impulsa el arquitecto Hermel Daza Torres, consciente de la inviabilidad de construir Besotes, posibilidad que en su criterio se torna remota, más cuando acaba de ser ampliado en 172 mil hectáreas el territorio de la Sierra Nevada de Santa Marta, con jurisdicción en Valledupar y Pueblo Bello, en lo que corresponde al Cesar; Santa Marta, Ciénaga, Fundación y Aracataca por el Magdalena, y Dibulla, en La Guajira, sin advertir el arroyito que hay que pasar para sortear la consulta previa con las comunidades indígenas (arhuacos, kankuamos, koguis y wiwas), sobre lo que hoy es patrimonio de la humanidad por declaratoria de la Unesco, organismo que protege el acervo cultural y ancestral de los nativos, contribuye al equilibrio ecológico y no es ajeno a la biodiversidad, los ecosistemas y cuencas hídricas del macizo montañoso.
La reforestación de la cuenca media y alta del río Guatapurí, aunque necesaria, ha sido en muchos años una quimera, expresó el magíster en Urbanismo y Desarrollo Territorial, extasiado con El Gran Río Artificial de Libia, la mayor reserva mundial de agua dulce subterránea que provee al desierto del Sahara en Libia, dotado de una red de tuberías y un sistema de acuíferos fósiles de piedra arenisca, construido durante el gobierno de Muamar el Gadafi, obra que supera los 1.300 pozos, la mayoría de más de 500 metros de profundidad, que provee 6.500.000 m³ (6,5 hm³) del vital líquido, por día, a Trípoli, Bengasi, Sirte y otras metrópolis del continente africano, infraestructura cuyo costo está estimado en más de 25. 000 millones de dólares estadounidenses.
Construir los dos lagos implicaría mucho menos inversión y complejidad, en comparación con hipotéticos estudios de prefactibilidad y factibilidad realizados una y otra vez, en distintos gobiernos, durante casi medio siglo, sin determinar la real capacidad de Besotes como embalse para suministrar agua de uso doméstico a la capital del Cesar, sopesando la aventura de un distrito de riego que en más de una década no ha podido materializarse a través de la represa del río Rancherías en La Guajira.
Ecologistas consideran viable la propuesta, en consonancia con la política del gobierno del presidente Gustavo Petro, enfocada hacia el equilibrio de la vida en el planeta, que conjuga la ecuación que se establece entre el crecimiento económico y la preservación de los ecosistemas.
Por Miguel Aroca Yepes