Todo el mundo habla sobre cómo dejar un planeta mejor para nuestros hijos, pero deberíamos intentar dejar hijos mejores para nuestro planeta: Clint Eastwood.
La reflexión de este actor, director, productor, músico y compositor estadounidense nos pone a elucubrar sobre una simbiosis entre el hombre y el planeta.
No se concibe el hombre sin el planeta, pero su demencia, ambición, vanidad y omnipotencia de sentirse único sobre la faz de la tierra es evidente cuando intenta destruirla. En su desenfreno y afán de conseguir muchas cosas, deteriora el orden de las cosas, sentencia Hildebrando Cantillo.
Nada más coherente e inaplazable que un modelo económico de transición gradual para pasar a energías limpias (solar, eólica, agua, grafeno, etc ), y dejar atrás el uso intensivo de los combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas).
La extracción depredadora de minerales y metales, el acelerado aumento de la industria y la brutal deforestación por cuenta de la presencia desventurada del hacha y la motosierra con el sello lapidario de Corpocesar, plantean el desafío de salvar el planeta.
Los tsunami, tornados, huracanes, terremotos y otros efectos naturales, acentuados y atribuidos por los expertos al calentamiento global, son fenómenos de cuyo estudio se ocupa el grupo de científicos del Proyecto Midas, liderado por el glaciólogo Adrian Luckman, con predicciones que datan del siglo 19 sobre la hecatombe ecológica, panorama agravado por la explotación del carbón que ha destruido el corazón acuífero del Cesar.
No contento con la hazaña catastrófica, el hombre en su sed antropogénica, pretende ahora explotar a Santurbán para extraer el oro del páramo que surte los acueductos de 48 municipios del área Metropolitana de Bucaramanga en una extensión de 11 mil hectáreas, lo que significa dejar sin agua a decenas de miles de usuarios, por un mineral cuyo valor es tasado en 100 mil millones de dólares.
No es una tarea fácil dejar hijos mejores para nuestro planeta, pero se puede asumir el reto con otra propuesta concatenada a la vida, a partir de la educación, pregonada por uno u otro candidato presidencial.
“La gente educada es fácil de gobernar, pero difícil de esclavizar”, condiciones que le permitirían al ser humano librar con creces una mejor lucha contra la corrupción, primerísima causa de muerte y principal flagelo de la miseria social en cualquier dimensión universal, pero sin educación le es más fácil a la clase política manipular al elector.
Sin conocimiento no tenemos futuro como sociedad, pero en buena hora en la escena electoral aparece uno de los aspirantes a la primera magistratura de la nación, tal es el caso de Gustavo Petro, exponiendo la necesidad de convertir las aulas en verdaderos laboratorios del saber y hablando de nanociencia y nanotecnología. Bienvenida, entonces, en ese contexto, una educación de calidad.