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A propósito de La Guajira (II)

 

Otra situación de la cual se beneficiaban los indígenas guajiros, era de la explotación directa de las Charcas (de donde sacaban la sal) en Manaure. Conocimos caravanas de camiones que se desplazaban de muchas partes del país hacia Manaure a comprar sal, sal que producían los indígenas y tenían al libertad de vendérsela a quienes ellos quisieran ya que eran sus dueños; de esta actividad o explotación salina vivían por lo menos tres mil familias indígenas en esa región de Manaure, hasta que los gobiernos nacional anteriores decidieron quitarle este modus vivendi a los indígenas y entregar la explotación al Banco de República, desde allí comenzó el problema de indigencia y pobreza absoluta del indígena en la región. En estas circunstancias, como solución al problema planteamos devolverles las Charcas a los indígenas como estaban antes, en la cual la producción se la vendían a quien se las comprara. Los indígenas en estas Charcas producían tres cosechas al año.

Por otra parte, nos referimos a la situación de Maicao, que era la despensa de La Guajira (pueblos, veredas, municipios y rancherías) y otros lugares de la región y Colombia, todos los días entraban caravanas de carros a Maicao, trayendo chivos, gallinas, huevos, patilla, yucas, mazorca y maíz seco entre otros, es decir, el indígena vendía y compraba lo que necesitaba.

Con las condiciones que brindaba Maicao tenía vida activa el puerto natural de Portete, que con el trabajo que se generaba allí se mantenía una gran masa indígena, trabajaban descargando barcos y a su vez cargando camiones, el salario de ellos se los pagaban diariamente, les daban el 50 % en dinero y el otro 50 % en comida que ellos estaban acostumbrados a consumir, a la vez le regalaban dos canecas de agua potable, de tal manera que el indígena llevaba a su Ranchería, agua, comida y dinero, además, las familias de los indígenas que trabajaban en los barcos eran las que hacían la comida que consumían los trabajadores y con eso ayudaban aún más a sus hogares.

Así las cosas, resolvieron llevar la Dian a Maicao, lo que hizo que ese puerto seco se acabara en su actividad comercial ya que la Dian decomisaba todo, acabando con el negocio ¿por qué no establecieron medidas tales que no contribuyeran con este exterminio? El 50 % de la mercancía que llegaba a Maicao se la vendían a los venezolanos, el 36 % del resto a todos los pueblos de La Guajira, y el 14 % restante lo compraban los llamados merqueros de toda Colombia. La Dian estableció retenes, que además del 2 % que debían pagar previamente por la mercancía comprada o para legalizarla, se daban otros tipos de exigencias, por lo que todo esto acabó con la venta del 100 % de lo que se vendía en Maicao. No está demás manifestar que de los últimos gobiernos el único que comprendió esta situación fue el del presidente Gaviria, quien reglamentó con el Decreto 1706 de 1991 el libre comercio de Maicao, los gobiernos posteriores modificaron este Decreto y hoy en día no sirve ninguno para nada en la medida en que todos son represivos.

NOTA: De estas columnas escritas sobre La Guajira tiene conocimiento previo el exrepresentante a la cámara por este departamento, Oscar Gómez Brito.
¿Será que la explotación carbonífera a cielo abierto en el Cerrejón habrá recuperado los suelos deteriorados con estas prácticas? ¿Será que han desarrollado en esos pobres suelos algunas compensaciones ambientales?

*Especializado en gestión ambiental.

Por Hernán Maestre Martínez

 

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