La firma del acuerdo con las Farc para silenciar las armas está cerca, pero esto no le sirve a la falange ávida de sangre que es la bandera de los que quieren mantener los privilegios y el statu quo de una casta vampira por medio de la fuerza.
Ante la invitación que hiciera la Corte Constitucional a los defensores y adversarios del plebiscito por la paz, para que expusieran sus respectivas tesis jurídicas, los adversarios pelaron el cobre. La presentación del Procurador mostró su verdadera catadura de falangista y guerrero y de ser un hombre de odios de esos que desde la peor época de la violencia de mediados del siglo pasado no percibíamos cuando desde el gobierno y desde los púlpitos se incitaba a la muerte.
Fue una presentación irrespetuosa para con la Sala y para con los demás asistentes e invitados. Bastó analizar los rasgos psicosomáticos del Procurador para ver su frustración al volverse esquiva la insignia que le permitió al Álvaro Uribe llegar a la “Casa de Nari”. La retirada de las Farc es irreversible y ya no sería un tema de campaña electoral. Si Ordóñez quiere ser presidente de Colombia, que deje los distractores y se dedique a estudiar sus problemas, no a poner petardos en el camino, basta ya de leguleyadas; para ello debería renunciar a su cargo que ha venido utilizando, en beneficio propio, para promoverse como candidato de algún sector de los azules y del CD que también llora y añora por la guerra como si este país fuera una gallería.
Qué bueno hacer la guerra cuando los muertos los ponen los que no la quieren, los campesinos.
Qué miedo tener como presidente a un cofrade medioeval, un cruzado, un Borgia, si cómo procurador ha sido un franco tirador. Esta sería una versión criolla de Donald Trump. Yo creía que las democracias avanzaban y que las sociedades buscarían su perfectibilidad dentro de la tolerancia y de los argumentos, pero de sus ruinas subyacen muchos Atilas. Es una lástima, todavía hay gentes que creen que la guerra es la partera de la historia, pero esta frase de Carlos Marx no se debe tomar literalmente. Y si lo es, el precio es muy alto. La guerra es tan seria, dijo Clausewitz, que no se le puede encomendar a los militares, pero yo diría, mucho menos a los irresponsables. Se sabe cuándo comienza una guerra pero no cuando termina, fíjense en la que estamos, comenzó como una protesta no atendida en El Pato y en El Guayavero, despertamos y ya habían transcurrido 50 años y mucho dolor. Parece que fue ayer.
Uribe, en cambio, no asistió a este foro por la democracia y la paz, y no lo hizo porque sus argumentos guerreristas están agotados y la reelección presidencial perdió, forzosamente, sus encantos. Además, él no tiene la ecuanimidad para un foro de esta naturaleza, a él le gusta más la lucha callejera, el palco de galería, el twitter y el micrófono. En cambio, para defender la guerra no se necesitan argumentos porque esta es irracional. Qué bueno hubiera sido su asistencia para que se probara como jurista, para que mostrara cuanto le aprendió a su profesor el insigne Carlos Gaviria. ¿Por qué temerle al debate sin pólvora?