Es la nueva modalidad delincuencial en “Valledupar en orden”, y es común atribuir a la pobreza las causas del delito. La necesidad tiene cara de hereje, pero esta a su vez la equivalencia de delito, y la necesidad no tiene ley.
La psicología social se mata la cabeza estudiando la conducta de la gente, a la que no se le brinda educación de calidad, que podría ser la fuente de una verdadera reforma social con oportunidades para todos. Igual ocurre con la bioética, que estudia la conducta humana a la luz de los principios y valores morales.
El peor mal que puede padecer el ser humano es la ignorancia; y, cuyas consecuencias son la pobreza, la enfermedad y la muerte: Galileo Galilei.
Claro que el ignorante rompe cualquier código de convivencia y vandaliza y atraca y mata por un celular, se vuela el semáforo, esclaviza a la mujer y quebranta la ley, sin importarle normas y reglas de comportamiento humano.
Esta violencia que escala no sólo en Valledupar sino a nivel nacional, tiene como detonante la pérdida de valores, el abandono, la indiferencia y la falta de sentido de pertenencia, lugares donde se incuba el delito.
El peor ladrón es el desorden, pero con ese bloqueo de Estados Unidos a Venezuela, porque las potencias se pelean las riquezas de los demás países y los someten a sus intereses, 6 millones de venezolanos en diásporas o éxodo en el mundo, que representan un bastión de la escoria humana, tiene en jaque a Valledupar y otras ciudades, a juzgar de denuncias de familiares de personas que han sido víctimas fatales y otras que han sobrevivido a la arremetida delincuencial para contarlo.
El desorden almuerza con la abundancia, come con la pobreza, cena con la miseria y va a acostarse con la muerte. El delito hay que buscarlo en el desorden, el desinterés, la incompetencia, en la mugre, en la indiferencia y en otras situaciones de desgaste que terminan por arruinar a cualquier empresa; y no en la pobreza.
Educar la mente sin educar el corazón, no es educar en lo absoluto: Aristóteles. Si no se inculcan buenas prácticas resulta inútil emprender reformas en la salud, la justicia y de cualquier orden, frente a una cultura anclada con arraigo en la corrupción y el marasmo.
Por Miguel Aroca Yepes