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Presupuestos participativos

El presupuesto participativo (PP) es un proceso democrático en el que los miembros de la comunidad deciden cómo gastar parte del presupuesto público. Le da a la gente un poder real sobre los recursos disponibles en el territorio. Este sistema comenzó en Porto Alegre, Brasil, en 1989, como una medida contra la pobreza que ayudó a reducir la mortalidad infantil en casi un 20%. Desde entonces, se ha extendido a más de 7.000 ciudades de todo el mundo y se ha utilizado para decidir presupuestos de estados, condados, ciudades, autoridades de vivienda, escuelas y otras instituciones.

Para satisfacer las necesidades de sus ciudadanos, las ciudades deben invertir mucho en infraestructura y espacio de construcción. La gestión de estas inversiones, al mismo tiempo que se fomenta el crecimiento económico y se salvaguardan los recursos naturales, es una tarea difícil. 

Repensar el diseño y el desarrollo de la ciudad define la necesidad de crear y poner en marcha planes de corto, mediano y largo plazo que apoyen un crecimiento sostenido e incluyente. Los presupuestos participativos constituyen un elemento esencial para el logro de los objetivos. 

Cabe advertir que, a medida que el resto del mundo continúa elogiando este invento brasileño, la práctica se ha desvanecido en su lugar de nacimiento. Sin embargo, en aras de sostener las lecciones aprendidas fue implementado el estudio del caso denominado: “Informe de Recursos Mundiales sobre Porto Alegre”, mediante el cual no solo se cuenta la historia del auge y la caída de los presupuestos participativos en Porto Alegre, sino que también explora por qué el sistema se vino abajo. 

De esta investigación surgieron tres factores que hacen o deshacen el éxito de un sistema de presupuesto participativo: compromiso político, recursos financieros y arreglos participativos bien estructurados. Los cambios de gobiernos en Porto Alegre, hicieron desvanecer el sistema de los presupuestos participativos, esa precariedad que impide la continuidad de los procesos es una característica supina inherente a la conducta de la dirigencia política de America Latina, sobre todo, por el péndulo político de la región en las últimas tres décadas.  

A pesar de estas dificultades, el presupuesto participativo sigue siendo una herramienta poderosa para incorporar las prioridades de los sectores urbanos desatendidos en las agendas de las ciudades. Los formuladores de políticas deben tener en cuenta que las actividades participativas no existen en el vacío: es posible que también sea necesario cambiar las estructuras institucionales y políticas subyacentes. 

En Colombia, Bogotá ha sido pionera en la implementación del modelo, incluso del 26 al 28 de julio se realizará en la Universidad Jorge Tadeo Lozano el Congreso Internacional de Presupuestos Participativos 2023. Hago extensiva esta convocatoria a los candidatos a la alcaldía de Valledupar, para que conozcan o mejoren sus conocimientos acerca de un modelo que bien puede aplicarse en nuestra ciudad. 

Como es necesario las partes interesadas: funcionarios gubernamentales, legisladores, organizaciones de la sociedad civil y ciudadanos, y el sector privado, son fundantes para la implementación del proceso. Así mismo, el cumplimiento de las obligaciones tributarias por parte de los contribuyentes, así como la focalización de estos recursos con base en la metodología de Presupuesto Participativo.  

Con oportunidad emprendería este modelo en Valledupar, con base en mi insistente visión de largo plazo, liderazgo, credibilidad y confianza, con el fin de hacer sinergia con los contribuyentes teniendo empatía y fomentado empoderamiento (vallenatia), para aumentar el recaudo de impuestos corrientes de libre destinación, renta e industria y comercio sin soslayar el pago a la deuda. Quimérico e iluso dirán que soy, pero si nos negamos a cambiar nunca veremos oportunidades de ser mejores.

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