“Jesús les dijo: Por vuestra poca fe… Pero, este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno”. San Mateo 17,20-21.
Una de las cualidades que debe distinguir este nuevo año es la fe. Aunque existe bastante confusión acerca de este tema, porque para muchos, la fe no es más que un deseo de que las cosas salgan bien. Es la esperanza de que las circunstancias se resuelvan favorablemente y que las dificultades no nos afecten demasiado.
Frecuentemente, somos exhortados a que hagamos las cosas con más fe, lo cual implica que, le pongamos corazón a lo que hacemos, fuerza y entusiasmo contagioso para alcanzar las metas propuestas. Sin embargo, considero que nos quedamos cortos, por cuanto la fe implica obediencia y sujeción a los propósitos de Dios, los cuales no siempre son los mismos nuestros.
La fe es una convicción profunda en la fidelidad de Dios que indefectiblemente nos debe conducir a la acción. Es la certeza de que, no importa cuán contradictorias y difíciles puedan llegar a ser las circunstancias, Dios no se verá limitado en su propósito de hacer cumplir su palabra.
Estamos de acuerdo en que, estos son tiempos difíciles, hay crisis en todas partes, en todo lugar y en todo nivel, por tanto, es menester actuar con convicción y fe. En necesario mostrar esa confianza tenaz en la bondad de Dios, que, además, se evidencie en acciones concretas que no pierden tiempo en dudas, vacilaciones ni argumentaciones.
En el texto del epígrafe, no sabemos que produjo mayor frustración en los discípulos: No haber podido sanar al muchacho enfermo o la explicación que Jesús del dio acerca del por qué no pudieron hacerlo: ¡Por vuestra poca fe!
La respuesta de Jesús no les ayudó mucho. Su explicación apunta a que la oración y el ayuno deben ser parte fundamental del quehacer de cada persona en autoridad o responsabilidad durante este nuevo año. Será la mejor arma para combatir el mal, estando listos y preparados para toda buena obra.
La labor cotidiana nos enfrenta a situaciones de adversidad y pruebas imprevistas, muchas de ellas no dan tiempo de preparación, sino que se debe actuar al instante; razón por la cual debemos estar como los scouts exploradores: ¡Siempre listos!
Quisiera animarlos a creer que lo mejor de nuestras vidas, está por delante. Todo lo que hasta ahora hemos vivido no ha sido sino una preparación para lo que vendrá.
El año 2020 abre un camino que promete mayores cosas que los obtenidos hasta el momento, de ahí la importancia de labrar la amistad con Dios y tener vidas de oración bien desarrolladas. Aprovechemos los tiempos de quietud y de silencio para cultivar la oración y el ayuno y marcar la diferencia a la hora de actuar. ¡Feliz 2020!
Fuerte abrazo en Cristo…