En estos días de lectura nos topamos con el análisis de la difícil relación entre la prensa independiente y el poder político. Nos referimos al medio independiente, pues del otro la relación es por supuesto de armonía y obsecuencia. Pensamos que la independencia sirve al medio, a la sociedad y también, aunque no parezca, a los buenos gobiernos, o a los malos en plan de mejorar. Por eso en la región intentamos hacer periodismo independiente. No es fácil hacerlo dada la precaria existencia de los medios y sus servidores y los halagos o las pautas, como instrumentos del poder. Tampoco apoyamos la extorsión a este.
Otto Granados, director de comunicaciones de la Presidencia de México en 1988, expone en El País de España reflexiones claves. Después de organizar, profesionalizar y cohesionar el mensaje, decía que el éxito dependía especialmente de “que el gobernante facilite las cosas y, mejor aún, que sepa analizar y procesar información, y tenga las habilidades comunicacionales, la capacidad argumentativa y la disposición, paciencia y disciplina para instrumentarla de acuerdo con un mapa de navegación”.
Hay un desencuentro: ”La relación entre medios y gobiernos o cualquier otro actor bajo escrutinio público, en cualquier país, jamás va a ser, por definición, estable, generosa, porque su mecanismo mental, su visión e intereses -de sí mismos y de la misión que le corresponde hacer a cada cual- no solo son distintos sino contrapuestos” .
Dice: “No deja de sorprender… donde la única prioridad, incluso obsesión, de los actores políticos son los medios, las redes o cualquier otra plataforma para llegarle al público, y cuando se supone que ya debieran estar más que entrenados y con la piel muy curtida, no hayan logrado tratar eficazmente con esos medios tal y como son. En numerosos países de casi todos los continentes pareciera que mientras más visibilidad alcanzan y más reconocimiento esperan sus gobernantes, más padecen con lo que se publica en la prensa y además lo externan urbi et orbi, lo que es peor. Es decir, omiten el arreglo tácito de algunas parejas: te puedo tolerar una infidelidad mientras no la exhibas ante todos.
(…) La ocupación de los medios es ver en qué momento pescan al político en un tropiezo, un error o una mentira. Esa es la lógica de su trabajo. La primera condición de eficacia, por tanto, es funcionar bajo la aceptación de que son dos terrenos diferentes (…), Implica, por consecuencia, captar con adecuada precisión dónde están la zona gris y los matices entre ambas lógicas para actuar entre ellas.
La máxima información constituye el orden natural de las cosas. Si los periodistas son como una manada de leones -siempre hambrientos- entonces la clave es ofrecerles información de calidad, creíble y oportuna, es decir, alimentar bien a la bestia. No se trata de un cuadrilátero donde todos son cómplices o enemigos, sino de construir una relación madura (…) George Bush padre, siempre se sintió decepcionado por la forma como lo trataban los diarios, a pesar de que los cortejaba: ‘Trátelos como profesionales y serán sus amigos. Pero trátelos como amigos y ellos lo traicionarán siempre’, le dijo su secretario de prensa. Exige razonar, convencer, argumentar, persuadir y seducir incluso”.