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Por una parranda con final feliz

Uno de los programas por los cuales más se conoció la alcaldía de Antanas Mockus, en Bogotá, fue el tema de la cultura ciudadana. El matemático y filósofo de origen lituano, pero nacido en Colombia, supo aplicar sus conocimientos de pedagogía y de teorías de la comunicación, para llegarle con novedosos mensajes a los habitantes de la capital del país que le dieron su apoyo.
En efecto, Mockus manejó una serie de programas encaminados a reducir las muertes violentas en Bogotá, una mega-ciudad que se ha vuelto difícil de controlar para el Estado colombiano. Entre las estrategias desarrolladas para evitar las muertes trágicas, estuvo una muy exitosa centrada en una serie de mensajes, como “Entregue las llevas”, “Si vas a manejar, no tomes”, etc, que le llegaron a los bogotanos y permitieron, efectivamente, controlar las muertes originadas por la mezcla de gasolina con alcohol.  Parte de la medida incluyó un límite a la venta de licores y otros controles restrictivos al expendio de los mismos. A esta se le llamó la “ley zanahoria”.
Para nadie es un secreto que Valledupar, como la gran mayoría de las ciudades intermedias del país, requiere una serie de programas y campañas en materia de cultura ciudadana, que deben ser sistemáticas y permanentes para que tengan una efectividad a mediano y largo plazo.
Una de ellas debe estar encaminada a fomentar una cultura de la parranda sana, de la rumba sana y del buen beber sin incurrir en excesos, sin riñas callejeras y sin accidentes de tránsito, por esta causa.  La gran mayoría de las ciudades de Europa y de los Estados Unidos, para citar sólo un ejemplo, tienen controles a la venta de licor, en materia de horarios, sitios de expendio y consumo, entre otros.
En este orden de ideas, vemos con buenos ojos la medida adoptada por la Secretaría de Gobierno Municipal de restringir los horarios para la venta de licores entre semana y los fines de semana, en las discotecas, tabernas, bares, estancos y heladerías, entre otros, como una forma de reducir las externalidades asociadas al consumo de licor.
No se trata de desconocer la importancia que tiene el trago social, y en particular el licor en la música y la cultura vallenata, en torno a la tradicional parranda, tan propia a nuestra idiosincrasia y a nuestra tradicional vida cotidiana.  Pero si de evitar el problema de los accidentes y otros excesos como las riñas callejeras, los escándalos en la vía pública, la violencia intrafamiliar y otros problemas asociados a los excesos con el consumo excesivo de licor.
Por supuesto que la medida debe ser conversada y – en lo posible- concertada con los comerciantes y empresarios que se puedan ver afectados, pero siempre teniendo en cuenta que debe primar el interés general sobre los intereses particulares. Además, la misma debe ser socializada entre la gente joven y entre los distintos tipos de públicos que acuden a estos sitios buscando una sana diversión.
Y la correcta aplicación de la misma requiere de un gran apoyo por parte de la Policía Nacional que tendrá que aumentar y ampliar los controles por las noches y los fines de semana, principalmente en los alrededores de los sitios objeto de la medida; y también del conocimiento de la población objeto de la misma. En este sentido, la colaboración y la autoridad de los padres de familia, los profesores  y otros adultos es fundamental para iniciar, a partir de la aplicación de esta norma, la creación de una nueva cultura que fomente la moderación en el consumo de licor y prevenga y evite los problemas generados por el exceso en el consumo del mismo.

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