X

Por un psalmo de Mizar

Cuando publiqué mi columna sobre la desatención en que se encuentran los artistas del Cesar, me cayeron rayos y centellas. Hasta los escritores dijeron que no se tenía por qué estar de mendigos ante los entes gubernamentales. Tomaron mis comentarios por donde no era, yo aspiraba a que se reconociera que en este departamento hay tantos artistas sin horizontes, con sus obras y potencial guardados, solo conservados por la esperanza.
Unos profesores de la Universidad del Cesar, me calificaron, bueno desde hace tiempo, como una comerciante. El único intento de comercio que he tenido fue una propuesta que presenté hace unos meses al secretario de educación, sobre la posibilidad de una compra de uno de mis libros para un colegio oficial que los estaba solicitando junto con un taller sobre literatura; el funcionario me dijo que iba a leer el libro para aprobarlo y que me contestaría, nunca lo hizo.
Todo esto lo cuento ahora cuando veo a mi amigo Luis Mizar, el que por uno de sus psalmos sigo adelante, sí, lo veo, no mendigando, porque conozco su talante y su familia, que no está en la inopia, sino exigiendo lo que es suyo, adolorido, no solo por el mal que padece, sino porque su alma grande, alma de poeta, su sensibilidad, sensibilidad de poeta, su bonhomía y su carácter, se resisten ante la indiferencia de un porvenir perdido para los pensadores independientes, para los más sensibles; de un mundo gobernado por los desaprensivosque ponen todas las trabas necesarias para hacer imposible el desarrollo intelectual de los aventajados, por el simple hecho de que sienten temor de la grandeza de sus espíritus, del brillo de su honestidad.
En el Gimnasio del Norte, Pedro y Berenice, han entendido el valor de un libro, ya sea bueno o menos bueno, ellos miran el trabajo y la ilusión con que se escribió, ellos han sido mis mecenas, y ahora como siempre, salen a dar ejemplo: hoy sus alumnos, de todo el bachillerato, estudian a Luís Mizar, lo han homenajeado; y eso es: que los jóvenes dejen tanta banalidad de la vida moderna, y tomen un libro y se enamoren de las palabras, de las historias, sepan que la poesía es una plegaria que redime de los malos momentos que enfrentamos, como este psalmo de Mizar,en forma de prosa por falta de espacio:
“Señor, estoy pasando por momentos difíciles / y en estos días de ventanas cerradas y heridas abiertas / me busco en el barro pegajoso de la calle Piñango y no me encuentro / Me indago en el viento triste que noche a noche invade el callejón de los estribos / y la respuesta es dura / como un inesperado golpe de piedra: ¡Ten valor y no huyas de ti mismo! /Conmovido, escucho el rumor del mar/ y el rumor del mar me exclama: Si hoy tienes valor, mañana no estarás muerto!
“Señor, en estos momentos apretados de sal / dame valentía, dame serenidad para lidiar el toro barcino de cornamenta brava que será el día de mañana”.

Mary_Daza_Orozco: