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¿Por qué ya no cantan los reyes vallenatos?

Por: Julio Oñate Martínez

El Festival Vallenato fue creado para mostrarle a Colombia la riqueza musical del Valle donde reinó el cacique Upar, concurso que tiene como sus principales objetivos la exaltación del juglar tradicional, aquel que tocando el acordeón cantaba sus propias composiciones; es decir, era un artista integral; sin embargo desde su primera versión se le abrió el espacio al vocalista como tal ya desligado de la ejecución del instrumento, y así un grupo segregado de “Los playoneros del Cesar”, se alzó con el 2° lugar con Ovidio Granados esgrimiendo el tres coronas y el extinto Miguel Janet cantando sus grandes éxitos.

Los cuatro primeros reyes del certamen como fueron, en su orden: Alejo, Colacho, Calixto y Pacheco, se lucieron en forma brillante en su papel de fieles exponentes de nuestra juglaría, pero nuevamente en el quinto capítulo, un reducto conjunto “Los Hermanos López”, con Jorge Oñate en el canto, en ese momento la vedete del vallenato, logró coronar a Miguel López como el nuevo soberano del acordeón. Posteriormente en 1980, un hermano del anterior Elberto “el Debe” López con su guacharaquero de cantante conquistó otra corona para la notable dinastía López de la tierra almojabanera.

Los nuevos reyes que ingresaban al Hall de la fama seguían cantando hasta la celebración del primer concurso “Rey de Reyes” en 1987 donde Colacho Mendoza fue el indiscutible ganador. En adelante, hasta el año noventa y siete (2° concurso de reyes) salvo las excepciones de Beto Rada (92) y el Pollito Herrera (96) los nuevos campeones del festival exhibieron una pereza vocal limitándose exclusivamente a la ejecución del acordeón, imponiendo esta nueva y malsana modalidad que en cierta forma desdibuja la imagen del juglar tradicional.

Los aficionados siguieron el ejemplo de los mayores y solamente los infantiles cantaban es sus actuaciones ante el jurado quizás emulando a los grandes patriarcas del acordeón, pero en la categoría profesional la indiferencia por el canto hacia carrera y cantantes reconocidos que rasgan muy bien la guacharaca comenzaron a tener tanta demanda e importancia en los festivales como los mismos acordeoneros, compartiendo así una histórica misión que desde nuestra génesis folclórica solo le correspondió al señor de los pitos y los bajos.

Con la aparición en el firmamento artístico de las grandes estrellas del canto vallenato y el espacio muy bien ganado por brillantes compositores cada día más abundantes, la figura del juglar de antaño quedo segmentada con iguales meritos y reconocimiento para cada uno de los tres protagonistas: el compositor, el vocalista y el que tocaba el acordeón, situación que hoy en día se exhibe en conciertos, grabaciones y festivales.

Tratando de rescatar en algo esa imagen perdida del autentico juglar vallenato la fundación del festival con un gran complejo de culpa en esta situación por no aplicar los correctivos a tiempo, débilmente le exige a los aspirantes a rey vallenato que cante por lo menos uno de los cuatro aires en competencia, cuando realmente deben hacerlo en toda su actuación, ¿cuál es el problema?

Un verdadero rey vallenato debe cantar, pues son muchísimos los casos de parrandas, fiestas y casetas mal logradas por que el cantante no apareció o no le dio la real gana de actuar; un verdadero rey no puede para lucirse depender de los caprichos de un vocalista. Un verdadero rey recordando un viejo programa de la televisión colombiana tiene el deber de enfrentar cualquier desafío, es decir cante aunque no cante. Ojalá el año entrante la Fundación del Festival le exija a los acordeoneros profesionales que en sus presentaciones deben ser ellos los que canten.

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