Definitivamente este país parece un volcán en erupción tras el avance del crimen y la corrupción. O les parece poco los últimos crímenes sucedidos en el país, la cantidad de líderes sociales asesinados, de jóvenes y niñas menores de edad igualmente asesinadas. Indignación han producido estos horrendos crímenes. El pecado de la corrupción se generalizó, por Dios este país va muy mal.
Por eso Colombia merece en estos momentos un examen intenso, diferente del frío análisis que se hace de las cifras y las tendencias estadísticas. Lo indiscutible, lo innegable es que los fenómenos de criminalidad y corrupción han experimentado un crecimiento de tal manera que ha despertado los más serios temores sobre la ruptura de nuestro tejido social. Sería bueno preguntar a qué factores debe atribuirse este cáncer social. ¿A relajamiento de los organismos judiciales y de represión, y los de control y vigilancia de la conducta de los que desempeñan funciones públicas? ¿Laxitud en el control fiscal y en la vigilancia de la gestión de las administraciones? ¿Debilidad de las penas para los delincuentes? ¿Más pobreza y desigualdad social? ¿Perversa influencia de lo que queda del narcotráfico? Supongo que debe haber de todo un poco, pero el avance del fenómeno resultaría incomprensible si se examina a la luz de la respuesta de estos interrogantes.
Aunque muchos lo duden hoy tenemos los mejores organismos judiciales y de control. Quedando algunas dudas. Sin embargo, el crimen, la corrupción, continúan en un devastador ascenso. ¿Por qué? Será debido a la pobreza y desigualdad. Empero, sería preciso preguntarse que existen muchas sociedades más pobres que la nuestra, con menores índices de criminalidad y corrupción.
¿Más aun, no era más pobre y más desigual la Colombia de los años 50 a la de hoy? ¿No será que falta algo de mayor peso para hallar una explicación válida? Sin duda ese algo ha sido el pernicioso influjo mercantilista sobre los valores espirituales, que no puede ser materia de comercio. Bajo esta concepción los colombianos somos hoy más ricos en los valores monetarios que en los años 50. Pero lamentablemente muchos más pobres en valores sociales, porque el culto al dinero arrasó con estos. Ahí parece que está el meollo del asunto.
Y como es mi costumbre trataré otros temitas: Estoy totalmente de acuerdo con el reciente editorial de El Pilón “Queremos Compañeros Respetuosos”. Juego limpio señores políticos. La campaña para la Gobernación ha estado agitada, no por el debate de ideas y propuestas, bastante escasas y pobres, sino por la agresividad verbal. Mala vaina. Por ahí no es la cosa. Por eso solicito que debemos mantenernos en el terreno de la serenidad sin los agravios entre sí y debemos protestar enérgicamente por el rumbo que puede estar tomando la campaña política.
Se quejó el columnista José Aponte que algunos secretarios del Despacho Municipal no leen El Pilón, si lo leyeran estarían todas las calles arregladas de las quejas que hemos puesto, pero si no quieren leerlo en cada dependencia hay un jefe de prensa que tiene la obligación de leer la prensa y comunicarles a su jefe las insinuaciones y acusaciones que le hacen algunos columnistas, por ineptos-
Postdata: Estoy alarmado de cómo ha prosperado la usura, el “gota a gota”. Muchos de ellos se quieren enriquecer a costa de las necesidades de los más pobres y gozan del dolor ajeno. Es la peor plaga.