No hay entretenimiento menos costoso ni placer más duradero que la lectura, cuyo secreto está en leer mucho y pocos libros, para profundizar y evitar hojearlos. Vale la pena adquirir el hábito de la lectura, y para lograr un hábito en cualquier ámbito hay que repetir una misma actividad por lo menos 21 días consecutivos, apunta el científico vallenato Rafael Valle.
Sin embargo, el columnista Iván Gallo, descarga toda la responsabilidad de no leer en los profesores colombianos, que en su criterio nos convirtieron en pésimos lectores. ¿Cuántos profesores de español han leído El Quijote? Se pregunta, y recomienda que se les exija un ensayo, y el que no lea la obra no tiene derecho a enseñar. Un examen sobre El Quijote debe ser la prueba máxima y el aval para ser educador, remarca el renombrado columnista Iván Gallo, con figuraciones en ‘Los ensayos Frankenstein’ y la película ‘La justa medida’, verbigracia de publicaciones para El tiempo, El Espectador, Arcadia y Kinetoscopio.
Los profesores de español están tan sumidos en su marasmo, en su aburrimiento, que no les interesa motivar a nadie. Crear lectores no está entre sus obligaciones, excepto castrar y calificar, reprimenda que Gallo remata con lo divertido que es leer El Quijote y la importancia de viajar a través de este texto al siglo 16.
‘Tito’ Hernández Caamaño, jubilado en la academia, escritor y jurista en ejercicio, discrepa del autor en ‘Las2orillas’ y se retrotrae a Zipaquirá un pequeño pueblo en el central departamento de Cundinamarca y el lugar donde el nobel Gabriel García Márquez se empezó a apasionar con la literatura y escritura en prosa, bajo la guía de su profesor de español Don Carlos Julio Calderón Hermida, entre 1943 y 1946.
Es plausible la fecunda labor de Calderón Hermida y otros gurúes de la gramática en la enseñanza, formación e instrucción de la lengua española, por lo que configura un error de gigantes proporciones generalizar la mediocridad en el universo literario. Es cuestión de hábito, habilidades y destreza, unos se apasionan por la lectura, no pocos por la música, el arte, el cine, la pintura, la política, la ciencia u otras disciplinas, remarca Hernández.
Igual se contrapone a que sean las costumbres del siglo 16 lo más relevante de El Quijote, catalogada la mejor novela en cualquier idioma, y a renglón seguido subraya la constancia, determinación y pasión de una novela cuyo contenido desnuda la injusticia social y el desborde de poder de la época, y monda en lo superfluo.
Jaime Antonio Gómez Bolívar, pedagogo lingüístico gramatical, autor de la obra ‘Desglose de las seis ramas de la gramática española’, que reposa en la RAE, se alza con singular denuedo para hacer reflexionar a Gallo y sentar cátedra sobre El Quijote, y comienza por elucubrar que es un mal enfoque tomar como referente a El Quijote, la obra magna del siglo de oro español, que le dio auge a la lengua castellana, hoy lengua española, para temerarias observaciones.
En la cimera obra best seller literaria se plasma un contraste entre lo abstracto que es la inteligencia que personifica Miguel de Cervantes Saavedra en El Quijote, y lo físico que simboliza en el escudero Sancho Panza, bufón de las oligarquías de antaño, subraya Gómez Bolívar.
Por: Miguel Aroca Yepes.