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¿Por qué somos de izquierda o de derecha?

Estos dos términos son relativos tal como lo son oriente y occidente; pudiera ser al revés, es una convención. Todos los regímenes políticos de la humanidad, sin saberlo, han pertenecido a lo que hoy conocemos como derecha: imperios, monarquías y repúblicas. En estas categorías de gobierno siempre se creyó que todo el poder viene de Dios. En algún momento de la formación de los EE. UU. como nación, surgieron dos familias muy poderosas, los Cabot y los Lodge; una decía que el pueblo hablaba con ellos; la otra decía que hablaba con Dios. 

Después, estas dos poderosas familias se fusionaron para tender un solo puente con Dios; aquí tuvimos un embajador de apellido Cabot Lodge. Las grandes castas ideológicas de la humanidad se construyeron sobre una trilogía: religión, política y economía, donde nunca se habló de derechos, de justicia e igualdad, todo era obediencia. Estas castas construyeron un conjunto de intereses transmitidos por generaciones, legitimándolos. 

En una ocasión, Álvaro Pío Valencia le dijo a su padre Guillermo Valencia, el poeta, que él simpatizaba con el socialismo del cual apenas se comenzaba a hablar. Su padre le dijo: “No te lo creerán Álvaro Pío”. Uno nace signado con una ideología, es una conducta aprendida, pero en la izquierda hay que elaborarla; claro, para esas calendas en Colombia solo había conservadores y liberales con sutiles diferencias ideológicas, peleaban por la chequera del Estado, como ahora. 

La reivindicación de derechos no ha sido fácil; un intento de reivindicación fue el movimiento mesiánico de los palestinos por liberarse de Roma; el grupo de los Zelotes del que hacían parte Pedro y su hijo Judas, después apóstoles de Jesús, intentó la restitución de sus derechos como país libre; la lucha que lideró Espartaco para abolir la esclavitud en Roma es otro. Solo en la revolución francesa se le dio forma a una nueva concepción para mirar y resolver los problemas de la humanidad. 

Quizás, buscando una definición cartesiana, a esta nueva mirada se le llamó izquierda. Ser de izquierda en cualquier país es difícil y suicida, pero digno; se requiere de una elaboración conceptual profunda, coherente y altruista, con propósitos, a veces, no correspondidos. Bolívar renunció a todo por liberarnos; sin embargo, asesinaron a Sucre su hombre de mayor confianza y luego atentaron contra él. 

Murió solo y desilusionado; un día dijo: Jesucristo, don Quijote y yo hemos sido los más grandes majaderos de la humanidad. Siempre, estar del lado del poder es más gratificante y seguro que estar en contra. Mi caso personal es el siguiente; mi padre fue conservador laureanista, mi abuelo Joaquín de Armas Quiroz peleó al lado de los conservadores en la Guerra de los Mil Días, no lo conocí; mis tatarabuelos, por supuesto, eran realistas; yo mismo fui admirador del presidente Guillermo León Valencia. 

Pero en la universidad se cuestionaba todo, Althusser y Mao con las cuatro tesis filosóficas (Libro rojo hoy desaparecido), invitaban a pensar; por eso, elaboré una nueva concepción ideológica y busqué otras formas de alinderarme políticamente sin tirar piedras; conozco a muchos que lo hicieron y hoy dan vergüenza ideológica, se creen Cabot Lodge. La década de los 60 fue un semillero de ideas; allí aprendí que se puede disentir y debatir. Me ha ido bien, pero quizás, estaría mejor, el futuro de mis hijas, tal vez, estaría garantizado. 

He renunciado a muchas oportunidades y he sido temerario con mi futuro. Siendo secretario de Planeación Municipal de Valledupar, Mauricio Pimiento, que era el gobernador y amigo, envió a Rodolfo Ortega (ambos viven) para preguntarme si yo quería ser rector de la UPC; le agradecí, pero le dije no; sí quería, pero por otros medios; más, cuando lo intenté no pude, creía que se podría por méritos. Ya había perdido otras oportunidades, pero vivo con mi conciencia tranquila. A mis hijas les pido disculpas por la lápida que les puse. Más, ya no hay marcha atrás; por fortuna, la dignidad es un patrimonio inembargable que desafía al tiempo.

Luis Napoleón de Armas P.

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