Me surge esta pregunta, debido al gran número de accidentes registrados a nivel nacional y local. ¿Qué nos hace no usar el casco? Pues estudios realizados demuestran que está íntimamente relacionado con la edad, el contexto cultural, el ambiente donde se mueve la persona que usa como medio de transporte la motocicleta.
Pero si le miramos desde el punto de vista de “Me amo y me protejo”, ¿será que nos falta amor propio? Porque aquí no tiene que ver la norma de tránsito, que incluye la multa por no portar el casco, sino el gran riesgo en que exponemos nuestra vida sobre todo nuestro cerebro al no llevarlo puesto y amarrado, incluye al copiloto, pero la gran mayoría de las veces lo llevamos colgado en una de nuestras manos.
Entonces miremos qué nos hace falta para que cumplamos la norma sin que lo que veamos como una obligación o un castigo, sino que lo apropiemos al reconocer que está en juego nuestra vida y la vida de los que transportamos muchas veces nuestros hijos, pareja, abuela, hermana, amigo, vecino, etc.
Los expertos recomiendan “aprender a distinguir los hechos de las personas. Los hechos se pueden corregir, a las personas se les puede comprender”. Muchos opinarán, pero cómo comprender a las personas que se niegan a usar el casco. Posible respuesta: si ellos corrigieran su proceder, disminuiría el accidente y se salvarían muchas vidas.
Ahora, ¿se tiene responsabilidad de vida cuando adquirimos este medio de transporte?
Es la reflexión al cual les invito para adquirir mayor consciencia cuando decidamos usar la motocicleta como medio de transporte. Miremos sus ventajas: es más rápida, representa menos gastos de combustible, de mantenimiento, es fácil estacionarla, entre otras, pero si hablamos de preservar nuestras vidas: mi cuerpo es el caparazón de la motocicleta, y mi cabeza sin casco no protege mi cerebro. ¡No te olvides de leer!
Por: Alexandra Canales Quiroz – Psicóloga especialista en Derechos Humanos y en Educación