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Popurrí festivalero

En esta entrega, por terapia personal y para no inquietar a algunos, dejaré de tratar la esencia de los problemas para ocuparme un poco de lo coloquial, los días festivaleros requieren solaz y holgorio; relataré lo inocuo porque para algunos hablar de cifras y del pasado es trivialidad. 

La lógica del gato es tapar su propia mierda para que no lo sigan. ¿Para qué entretenernos con la mierda del pasado si esta será el sustento del futuro? Mierda y plomo es lo que habrá. Este criterio hace parte de la posverdad que expliqué en una entrega pasada. El futuro jamás se podrá desligar del pasado, esa es una máxima orwelliana. “Quien conozca el pasado dominará el futuro”. Somos dominados por una casta que conoce su pasado, el de las Ibáñez, pero nosotros no, nuestra historia aún no se ha escrito. 

El segundo elemento de nuestra mezcla es el Festival de la Leyenda Vallenata el cual surgió como una forma de preservar el género e impulsar la cultura musical; así lo entendió la ONU al reconocerlo como Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad. Parece que esto no se está cumpliendo. El concepto de cultura hace alusión al conjunto de ideas, costumbres y tradiciones de un pueblo o de una sociedad, en una época determinada. Los aires musicales de nuestra comarca ejecutados en tres instrumentos hacen parte de esa cultura que, además, le agregaron parte de la leyenda de la conquista española, algo de paganismo. 

Pero esos aires no son exclusivos: muchos folcloristas costeños dicen que a ellos también les pertenecen porque hacen parte de su propia cultura musical pero que el FLV se los apropió. Las culturas pueden evolucionar positiva o negativamente, pero si no mantienen su esencia involucionan como sucedió en México con su música autóctona y en otros lugares; creo que estamos involucionando. Solo cuando la evolución es positiva podemos decir que hay preservación. La evolución positiva ocurre cuando hay nuevos y mejores intérpretes de los instrumentos que integran el folclor, cuando se mejora la calidad de las canciones con su poesía y narrativa. Lo que sí ha mejorado es la parte comercial del género sin que sus protagonistas representen al folclor tal como lo hemos concebido. Hoy, la mayoría de los conjuntos llamados vallenatos ya no lo hacen. Una cosa es la industria musical y otra la cultura.

Un tercer componente de nuestro brebaje es la cultura de la repetición con muchos seguidores. En Colombia ciertas palabras y frases se ponen (no se colocan) de moda o se viralizan, todos quieren decirlas sin hacerles lectura crítica. Hubo una época en la cual todos los funcionarios hablaban de “jalonar”, antes “instrumentaban”, ahora “colocan” o “agendan”. No sé si son pruritos de erudición u oleajes de términos ensamblados. 

La más reciente lexicografía trata de exponer cuán grande es el crecimiento de una variable; se trata del calumniado crecimiento exponencial del cual todos quieren hablar, pero pocos saben en qué consiste; incluyo a locutores, periodistas, panelistas, profesionales reales y funcionales y funcionarios de todos los niveles. Duque iteraba que la siembra de cultivos de coca crecía exponencialmente; busqué las cifras y determiné que no era cierto y me preguntaba por qué el presidente afirmaba eso; yo estaba convencido de que él era economista, cuyo perfil maneja muy bien los modelos econométricos. Muchos creen que crecer exponencialmente siempre es muy grande, pero esto es falso; a veces es infinitesimal, a veces negativo; pocos fenómenos varían exponencialmente; p.ej., la reproducción de una bacteria sí lo es porque cada vez crece 100%. Existe una función econométrica que define este crecimiento, difícil de explicar en este texto. Si deforman por moda un modelo matemático que es irreductible, mucho más fácil es deformar conceptos del área sociopolítica y del diario acontecer. Vivimos en tinieblas. Para finalizar esta pócima les recuerdo que Nobel es un apellido sueco con acento en la e. Mi ñapa, Cervantes les saluda y les dice que se evacúan los lugares, no las personas ni las cosas. Feliz festival les deseo.

Por Luis Napoleón de Armas P.

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