Los pacifistas aprendimos desde pequeños una frase de abuelos: Cada día trae su afán. Con ella hemos vivido o sobrevivido a quienes nos tocó un país violento y desigual como el nuestro. Si las armas las cargas el diablo, lleva las municiones en la boca, dice el libro de Proverbios. No pregunten la página. Esta semana, en su día quinto, las cosas han sido más de lenguas que de acciones. O bueno, acciones de lengua.
Cosas como la Plaza Mayor y su piso de mármol reluciente, ya es pasado. Para que tocar el gran tanque de Emdupar, el segundo más grande del mundo, después del primero en China, La misma “Casa en el aire” es pasado, igual La Policía Metropolitana y si hablamos de la cacareada segunda galería, donde hoy está el primer basurero de la ciudad, vestido de elefante mugre, eso es prehistoria. Y nadie responde, al fin son los mismos aliados de siempre.
Hoy la cosa pasa entretenida por las protestas del hospital Rosario Pumarejo de López, que quien lo creyera, cuando más urge el tema de salud, la politiquería lo mantiene en situación crítica, casi en UCI, pero no hay respirador que valga.
Ni para que mencionar ideologías políticas. Los del Polo, no quieren que el presidente hable más por TV, Petro dice no reconocer legitimidad al Presidente, el Presidente no acepta pactos bilaterales de paz con los ‘elenos’ por tres meses y, los constitucionales nacionales discuten cual es el segundo cargo más importante del país. Creo que en unas playas limpias, nacen ideas recurrentes, no en un pueblo olvidado en la carretera, como Tasajera que en pocos minutos causó llanto, desolación, tristeza y por supuesto lenguas ardientes.
Unas proponen y hasta acusan a los habitantes de vivir a la espera de la ocurrencia de algún accidente automotor para ir a saquearlo, otros culpan al abandono estatal como causa, los terceros culpan a los políticos regionales del Magdalena campeones en atrasarlo todo. Y no falta quien diga que la mala hora anda suelta y toca salir a buscarla.
No sé si a ustedes les ha pasado, pero hay días en que uno no quiere ni siquiera saber quién es su presidente, su alcalde o su gobernador. Da igual. El olor a desesperanza a veces se cuela por las ventanas, y ni las cifras pandémicas de todos los días parecen inquietarnos. Simples números. El final de La Venganza de Analía, una telenovela, fue más noticia que la decisión de la Corte Constitucional de recibir las tutelas por el correo electrónico.
Cuando quieren abrir las iglesias, de inmediato los nuevos keynesianos proponen que los moteles mueven más la economía, y al tiempo la felicidad. La rebelión de las canas, formada por adultos, sanos, fuertes, y útiles tiene todo el derecho de salir del encierro. En tono de broma aducen que coros de voces juveniles femeninas clamaron para que salgan al ruedo, esos adorables señores con canas y ganas, evitan que colapse el motorcito doméstico de la economía callejera- Que no se vaya al fondo. Al Pozo. Y ellos sí que saben cómo debe manejarse el dinero en tiempos de oferta y demanda. Sabios de la pandemia.
P.D. Cuando estamos en pleno circo en la UPC (Universidad Prestada del Cesar) por sus cambios de rectores cada trimestre, de inmediato el caso del director de Corpocesar. El Valle de lágrimas. Y precisamente para las festividades de la Virgen del Carmen, esperan totes no tan ‘sanctos’ de la gobernación. Hay pólvora por cajas, pero al igual hay bomberos de largas mangueras. ¿Quién ganará?