Una estrategia intensa, inteligente y continua de cultura ciudadana hace falta en Valledupar. Por supuesto no es ninguna sorpresa. En este caso nos referimos a la violación descarada de lo dispuesto en el Decreto 000090 expedido por la Alcaldía Municipal el 29 de enero de 2020, que establece que las motos pueden transitar los miércoles con un parrillero masculino menor de 14 años, en el marco de la suspensión del ‘Día sin Moto’.
También se mantiene la restricción en la zona centro de Valledupar para estos vehículos, salvo algunas excepciones. Pero la esquina del Colegio Nacional Loperena con carrera 12 hacia el centro ha sido zona de paseo las motocicletas que no deben ingresar, y solo con vallas de contención es posible persuadir a los motociclistas y principalmente a los mototaxistas.
Pero por supuesto, por eso el problema es problema.
No esperábamos un acatamiento absoluto de la norma, y más cuando hay que hacer algunas consideraciones como la capacidad del transporte público colectivo legal que es poca, y la arraigada costumbre de llegar hasta la puerta del destino en la moto.
Así que mientras se evalúa por parte del Gobierno local el alcance de la medida, pensamos que bien podría diseñarse desde ya la estrategia de cultura ciudadana que debe operar en Valledupar, por supuesto no solo para hacer cumplir el ya mencionado decreto, sino para todo lo que implique la cultura vial, la cual no es la más notable en esta ciudad.
Abusos con el uso del espacio público. El increíble usufructo de las zonas peatonales, el irrespeto por las señales horizontales, en andenes y avenidas, el mal parqueo, entre otras, son fenómenos que se niegan a desaparecer; no desaparecerán solos, por arte de magia.
La Organización Mundial de la Salud asegura que los peatones son los usuarios vulnerables de la vía y estima que estos representan el 50 % de todas las muertes por accidente de tránsito en el mundo.
Vale la pena, para apuntar a desarrollos más ambiciosos, estudiar casos como el de la estrategia Visión Cero, una iniciativa que nació en Suecia en 1997 y que está diseñada para prevenir la muerte y lesiones graves en accidentes de tránsito.
Esta no solo contempla modelos de regulación en la movilidad, también pone como punto de partida políticas públicas para que la estrategia funcione en todas sus dimensiones. “La pérdida de vidas humanas no puede ser aceptada como un resultado inevitable del tránsito”, es la tesis ética de esta estrategia que hoy se aplica en distintas ciudades del mundo.
Podríamos pensar en poner en marcha estrategias como esta que integren otras dimensiones de cultura ciudadana y que unidas den como resultado la movilidad que queremos.
Política pública es la palabra clave finalmente. El problema requiere una solución de su mismo tamaño.