Tras los evidentes avances en los diálogos de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las Farc (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), se han observado un sinnúmero de críticas y espaldarazos en referencia a los puntos acordados, unos con algo de coherencia y otros no tanto; por ejemplo, “el Gobierno entregará a la guerrilla el país” -ha sido la más trinada- o “que el Presidente tiene tendencias Castro-chavista”, entre otros. Considero que los análisis, opiniones y entrevistas deben hacerse con fundamentos en algo real o al menos demostrable.
En contexto, no solo son visibles las diversas críticas, también cabe resaltar que tras el cese bilateral al fuego se activará una comisión de verificación de los acuerdos pactados entre las partes, la cual fue aprobada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a través de la Resolución 2261 a solicitud del Gobierno del presidente Juan Manuel Santos, que permitirá inferir que el proceso está revestido de trasparencia al ser objeto de recomendaciones por la organización más grande del mundo.
Alguna vez escuché un discurso acerca de las cargas públicas a las cuales nosotros como asociados dentro de un Estado estamos obligados a soportar, esta es precisamente una carga más que se podría convertir en incremento o imposición de nuevos impuestos para contribuir con el anhelo de la paz, lo cual no me parece que sea una carga, teniendo en cuenta que hemos contribuido a la guerra durante tantos años, es decir, que los impuestos como el del Patrimonio se van derechito a engordar una confrontación armada sin sentido.
Así mismo, estas cargas públicas deben estar soportadas y consolidadas como un mecanismo que genere beneficio a la población, sin embargo, tenemos malos recuerdos de las zonas de distención (no de concentración), pues durante los gobiernos anteriores hemos cedido vastas extensiones de tierras como el famoso y fracasado Caguán, en donde no solo fue imposible avanzar hacia un acuerdo, sino que se fortaleció económica y políticamente la guerrilla de las Farc, lo que afecta el imaginario colectivo en relación con el proceso que se adelanta hoy.
Sin embargo, el panorama actual premisa un avance, desde las arcas de la tecnología, pues esta brinda la facilidad para exponer y difundir nuestros puntos de vista a través de las redes sociales, y aunque a veces no resulta tan conveniente para los procesos que se deliberan por fuera de la vida cibernética, si en un punto donde como individuos podemos exponer nuestras ideas frente a los proceso además de conocerlos; exponencialmente el proceso de la construcción de un país en paz, el cual ninguno de nosotros conocemos ya que somos la generación que nació en medio de la guerra.
Por José Luis Blanco Calderón