Como arrancado de la página de un libro costumbrista y folclórico, el anochecer parecía moldeado para lo que iba a suceder. Poco a poco el olor colonial que tienen los callejones del viejo Valledupar se mezcló con los visitantes y se dio las manos con la danza, la música y la poesía; juntos estuvieron a cargo del cierre del Mes del Patrimonio, organizado por la Fundación Amigos del Viejo Valledupar, Aviva.
Como sucede pocas veces en el año, el silencio que siempre está presente en los antiguos callejones, fue exiliado por el sonido alegre y bullanguero de las tamboras que acompañaron las danzas.
Lo dicho, sin olvidar que el acordeón, la caja y la guacharaca, también hicieron lo suyo y decoraron con vallenatos una noche que ya tenía sabor a magia.
Sí, magia. Más allá de lo cliché que puede sonar el término, no hay otra palabra que describa lo que ocurrió. El cielo abrazó el agua que tenía en las nubes y no dejó que callera y apagara el espíritu festivo de los presentes.
Un regalo que al iniciar su discurso, Alba Luque, presidenta de Aviva, le agradeció al creador.
Además del ‘fundingue’ que se coló por los callejones y los patios cercados con tablas y alambre de púa, en el encuentro también tuvo lugar la palabra.
Un recital poético, puso punto final no solo a esa noche, sino a todo un mes en el que la cultura y el viejo Valledupar fueron protagonistas absolutos.
El escenario no pudo ser mejor: el patio de la casita de bahareque que fue restaurada el año pasado. En ella, la luz tenue dio un matiz especial al ya romántico encuentro.
Jenny Uhía, encargada de su organización, fue la voz que dio entrada a los diferentes poetas quienes armonizaron de manera exquisita una noche que superó las expectativas de todos.
Por Pepe Morón Reales
Pepe.moron@elpilon.com.co