X

¿Podemos los cesarenses ser ejemplo de convivencia?

Foto: Cortesía.

Por Ana María Ferrer / EL PILÓN

El diálogo entre personas que piensan y opinan diferente es la clave para superar los conflictos y evitar que lo que pasó se repita. Esta es la premisa de John Paul Lederach en su libro ‘La imaginación moral, el arte y el alma de la construcción de paz’, que inspiró el proceso de Diálogos Improbables en el departamento del Cesar, que se lleva a cabo desde junio de 2017 con la participación de 27 cesarenses que en un pasado no se hubieran sentado a dialogar sobre los problemas que afectan a la región.

Lederach estará en Valledupar para participar en este encuentro que se realizará el viernes 12 de abril, con el propósito de escuchar las impresiones e ideas de los asistentes que ayuden a que el Cesar se convierta en un referente nacional de convivencia en medio de las diferencias.

A su llegada a Colombia concedió esta entrevista sobre la necesidad del diálogo social y el proceso que se realiza en este departamento.

¿Qué es la imaginación moral?

La imaginación de la moral es el título de un libro que puse para llamar la atención cuando uno está en medio de mucha conflictividad por mucho tiempo, con mucha polarización, tal como vive Colombia en muchos lugares desde hace años. Hemos aprendido que llega un momento en el que la gente necesita superar los ciclos de violencia y polarización que se repiten en el tiempo. Esa capacidad de superar, cuando ocurre, la gente dice “bueno por ahí iba el camino moral, en el sentido no religioso estricto, sino en el sentido de que la gente logró trascender ese ciclo para llegar a re-verse como seres humanos, es pensar de una forma nueva y diferente. Ese es el camino precisamente de diálogos improbables.

¿Qué significa improbable?
Significa que no es normal que una serie de personas que en otros momentos y tiempos se ven como enemigos, y han sufrido a manos de otros, no es que no lo han vivido, pero a pesar de lo que han vivido, son capaces de superar eso para abrir la nueva oportunidad de hacer convivencia más adecuada unos con otros. A menudo lo hacen, a favor de los niños y de los nietos de los que vienen. Entonces, es con imaginación de un futuro compartido, en beneficio de todos, que la gente es capaz de mirar de una forma distinta al grupo, a la persona, al otro, que en su experiencia y percepción lo amenaza y le ha causado sufrimiento.

Usted conoce muy bien Colombia y sus conflictos. ¿Por qué cree que les cuesta tanto a los colombianos superar esos conflictos y tensiones?
Los patrones han sido bastantes claros en cierto sentido, cuando uno tiene un contexto desde hace tiempo, y cuando hablo de tiempo aquí estamos hablando de medio siglo, no de un año o dos, pero cuando ha habido ese tiempo tan largo, la sobrevivencia hace que la gente sea muy prevenida. A veces dicen que la primera víctima de una guerra es la verdad, pero yo veo que la primera víctima a menudo es la confianza, o sea, del conflicto sale la desconfianza, y la desconfianza hace que yo me retire, me voy a un grupo, lo que ustedes llaman aquí la rosca de mi gente, de los míos y mantengo una distancia con ellos. Eso crea un proceso en donde hay menos contacto, menos comunicación directa, se da por sentado que entendemos al otro sin hablar con él, y prevalece en el tiempo, casi que cuando la gente nace ya está de un lado u otro, cuesta romper con ese esquema.

¿Qué se requiere para que haya diálogo social?

El diálogo requiere dos o tres cosas. Requiere la valentía de abrirse a lo que es del otro lado, de enfrentarse también con el miedo, de enfrentarse con la presión de su propio grupo de no hacerlo, de enfrentarse con las posibilidades de que el otro puede engañar, crea un espacio que es de riesgo, el riesgo es un misterio, no sabemos lo que va a pasar. De ahí el diálogo empieza a abrirse, a mi modo de ver, muy poco a poco, no hay que impulsarlo de forma rápida, y a menudo requiere un espacio mucho más seguro entre poca gente para que haya una intimidad, lo que yo llamaría el tomar tinto juntos. O sea, que esa capacidad de simplemente estar como seres humanos, de ahí van saliendo posibilidades de que si el espacio, el diálogo o el proceso es fiable, puedo fiar en abrirme más, puedo tomar el riesgo de bajar un poco la prevención y puedo respetar que el otro también ha vivido cosas y pueda abrirme un poco más a la escucha, escuchar no significa que voy a cambiar de opinión, pero escuchar profundamente es un acto de rehumanizar el conflicto, es un acto de reconocer al otro como seres humanos.

¿Y la experiencia en el Cesar, cómo la analiza?

A nivel territorial como es en Cesar, ustedes están afectados por el hecho de que la sociedad está muy fragmentada, ustedes están muy afectados con que hay siempre riesgos de que se dé la repetición de la violencia. Yo creo que la mayoría, casi todos, quieren que sus hijos tengan acceso a la escuela, que las calles estén abiertas, quieren que el territorio sea capaz de producir lo que uno necesita para tener una vida mínima buena y quiere una convivencia, pero sobre todo quieren una política sin violencia, son las cosas que la gente desea, pero cuando están muy separados, divididos y con experiencias distintas, llegar allá requiere un camino juntos; ese camino, creo yo, es por medio de la palabra, es por compartir, escuchar, respetar y ser sinceros. Parece sencillo, es lo que le enseñamos a nuestros hijos, pero no siempre es fácil practicarlo, sobre todo cuando estamos tan polarizados.

¿Cómo ve a Diálogos Improbables del Cesar?

Me ha llamado la atención y me inspira lo que están haciendo en el Cesar, porque creo que están ejemplificando que es posible, porque según el lema famoso de un profesor que yo tenía: “Si existe, es posible”. Y ustedes han demostrado que puede existir ese espacio entre la gente que ha sufrido mucho y ha sido enemigo y pueden lograr ejemplificar un camino juntos y es por el diálogo.

Usted ha dicho que no hay fórmula mágica para dialogar y solucionar un conflicto. Díganos unas claves para iniciar otros diálogos en este territorio.

Las claves son: primero entender que el diálogo es improbable, del tipo que estamos hablando, no estar solamente en espacios con los que ya estamos de acuerdo y somos conocidos; no es un yo con yo, es un diálogo, y lo improbable es que hay un espacio donde la gente que es muy diferente, que no ha tenido mucho contacto, logran estar juntos. Hay que construir suficiente confianza para que entren, esto significa, como clave uno, que la preparación de eso requiere muchas conversaciones previas, no con grupos pequeños muy grandes, sino unas personas claves que, si ellos logran juntarse, pueden abrir espacios para otros. Esos diálogos son muy diferenciados por ejemplo de un foro público, que convoca un gobierno, una entidad de la sociedad civil, al foro público generalmente llegan para que cada uno tenga media hora, que dura a veces una hora con el micrófono, para que diga todo lo que tiene que decir, pero no escucha nada y aquí estamos hablando de que la clave principal es la recuperación de la confianza, esto requiere que la gente participe en el codiseño del proceso para que puedan fiar de que ese espacio y ese proceso proteja su dignidad que es lo que la gente quiere, que me vean como un ser humano y soy una persona digna. Entonces, el espacio y el proceso tiene que buscar la forma, los quienes claves para un proceso no un evento, y a menudo, al comienzo, con un poco menos de publicidad para que la gente pueda tener una confidencialidad y que ellos participen en definir lo que es, en que escojan también los temas sobre los cuales quieren hablar y que den en el tiempo necesario, según su voluntad, eso es algo que se construye en el tiempo, y en el momento de lograr esos pasos.

¿Quién es John Paul Lederach?

John Paul Lederach. Foto: Cortesía.

Investigador de la Fundación Humanity United. En su calidad de académico investigador y mediador tiene amplia experiencia en el abordaje de conflictos y construcción de paz en Norteamérica, Latinoamérica, África y el sureste y el centro de Asia. Mundialmente reconocido por sus aportes en la transformación de conflictos, se ha enfocado en innovaciones para crear cambios constructivos en escenarios de violencia extendida y conflictos profundamente arraigados. Está involucrado en el trabajo de conciliación en Colombia, Filipinas y Nepal, además de los países del Este y África Occidental. Lederach tiene un Ph.D. en sociología de la Universidad de Colorado (1988), habla perfecto español, y es autor de 24 libros, dentro de los que se destaca “La Imaginación Moral” y “Pequeño Libro de Transformación de Conflictos”.

Categories: Entrevista
Periodista: