Muchos consumidores de la música vallenata coincidimos en su crisis. No es una queja nueva.
Hace ya casi diez años Consuelo Araujo Noguera (QEPD), una voz autorizada en el tema, lo advertía en un impecable escrito publicado en el diario El Tiempo, en el que señalaba que era un bálsamo para el folclor la canción ‘Ahí vas paloma’, compuesta por José Alfonso ‘El Chiche’ Maestre “(…) porque en medio de las toneladas de basura que amenazaban asfixiarnos con los santos cachones, los chacunchás, las todoterrenos, los menéalos de aquí pa llá y de allá pa cá y los polvos que se les van a echar a las hormigas (…), este muchacho se puso de pies y lanzó su grito para notificar (…)” que el vallenato seguía vivo y aún nos eriza la piel y nos pone a descubrir en cada estrofa lo hermoso de su origen. http://app.eltiempo.com/archivo/doc.
Es cierto que todo cambia y evoluciona. Pero en diez años poco ha cambiado frente al desolador cuadro descrito por ‘La Cacica’. Es mérito del vallenato narrar una historia en cuatro minutos, como decía García Márquez, en las que aún las tristes alegren el alma. Lo que ha hecho que el vallenato trascienda la aldea, son las odas al amor, a la amistad, a los celos, a la mujer, a la parranda, cantos agradables al oído y no esa catajarria de canciones que son flor de un mes o tres a lo sumo, que graban hoy los viejos y nuevos “juglares”, como se autoproclaman ahora, que se centran en estribillos pegajosos que nada aportan al arte musical y cuya esencia muchas veces es la diatriba ofensiva y desobligante contra la mujer.
Por ello refresca el ambiente los esfuerzos hechos por Diomedes Díaz (QEPD) en ‘La vida del artista’, Ivan Villazón con ‘El camino de mi existencia’, Poncho Zuleta ‘Parao en la raya’ y el reciente de Jorge Oñate ‘Patrimonio Cultural’, en el que Omar Geles aportó la canción ‘Critica’, que se ajusta a la preocupación de ‘La Cacica’ Consuelo.
Pero se pregunta uno ¿por qué tanta saludadera jarta y fastidiosa? Zuleta en un tiempo no saludaba a nadie y Jorge Celedón no lo hace. Como se añoran los tiempos en los que los cantantes mencionaban solo al compositor de la canción, a dos o tres de sus amigos o familiares más cercanos o solamente Juana Montes, como lo hacía Alfredo Gutiérrez en sus primeras grabaciones.
Sería bueno que los artistas grabaran dos versiones de un mismo compacto, uno en el que atiborren de saludos cada disco, y los distribuyan entre los destinatarios de los japeos, sus amigos y benefactores de sus finanzas, y otro limpio. De seguro que venderán más en el que no saludan a nadie.
Fonseca ganó el Grammy Latino, interpretando la música de Diomedes Díaz, y de vaina saludó a Manolo (su hijo) y no incluyó una sola canción de doble sentido o que agravie en un solo verso a la mujer.
Dudo que el cuadro descrito por ‘La Cacica’ cambie, si los propios autores y en especial los cantores no se autoimponen censura sobre el contenido de sus cantos y el daño que le hace a la música declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, esa proliferación exagerada de saludos en las canciones.