El voto electoral de los valduparenses tiene a la ciudad al borde del caos. Ya no es como antes, un voto de compadrazgo, de reconocimiento a una vida dedicada al servicio de todos. No, ya es diferente, ahora el ejercicio se ha convertido en un voto genuflexo, (lambón); en donde el elector sale a ejercer a sabiendas del bandido que va a montar y después se dedica a mendigar un favor merecido en medio de un llanto amargo y culposo, pero se tiene que conformar con solo ver el espectáculo de como terminan los favorecidos llenándose los bolsillos en complicidad del silencio de personas “probas”, que prefieren pasar de agache antes de ganerse un plomazo en la cabeza, o la negación de un favor personal. Da grima ver el séquito de los últimos alcaldes peleándose el turno para el próximo periodo, y aun más, ver a un pueblo que no despierta del letargo que lo envuelve y termina montando al candidato de los bolsillos más grande, mientras la ciudad se desmorona a pedazos, en manos de familias que rapiñan el presupuesto municipal; muchos de ellos abandonaron el mundo Pat Primo y Arturo Calle, para montarse en la nube Lacoste y Christian Dior y creen que es este el visado para comenzar a ser gente.
Para verificar lo aquí escrito solo tiene que pararse veinte minutos bajo el palo de mango de la plaza, y luego salir a la Calle del Cesar para que aprecie la inseguridad en su mayor presentación( le recomiendo no llevar objetos de valor), o abrir la llave de cualquier grifo en la ciudad, para que muera engañado si espera que salga agua. El pueblo está inconforme, y muchos se sienten culpables de la catástrofe que se está viviendo. El silencio hace daño, queda claro que los favores pueden más. Valledupar tiene que despertar, y castigar a los mandatarios incompetentes. A los que manejan opinión, les recomiendo amarrarse los huevos para lograr hacer un coro que se sienta. Se tiene que prevenir al pueblo para los próximos comicios; la clase política de Valledupar tiene que pelechar, o en su defecto, tendremos que traer candidatos paisas capacitados para sacar adelante ciudades en crisis. Repito, pobre Valledupar, la clase política actual da asco, y nada pasa; donde uno quiera llega en la ciudad, el comentario es el mismo: “se roban la ciudad” pero abunda el culillo crónico y el silencio reina.