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Plus de un Nobel

Haciendo la salvedad de que las comparaciones no son odiosas, cuando ayudan a edificar, aunque se complementan, no es comparable la fuerza física con la fuerza intelectual. Antonio Cervantes Kid Pambelé le llevó luz a su pueblo, pero el Nobel de la literatura colombiana convirtió a su natal Aracataca en un museo, donde reviven muchas historias y muchas obras, y está vivo el proyecto del ferrocarril de Macondo como gran apuesta del presidente de la República, Gustavo Petro, y eso sin mirar el plus de un Nobel para quitar el estigma del narcotráfico.

Es la vida de un laureado escritor que no solo contribuyó a la grandeza de su terruño sino a la de un país y un continente, verbigracia de ser promotor de la paz dentro y fuera del país, defensor de los derechos humanos y del Derecho Internacional Humanitario, además de llevar la cultura colombiana y popular a un lenguaje universal, pese haber estado exiliado por sus ideales, convencido de que la paz es muy difícil mientras valga más una bala que una idea, con el agravante de habernos podido privar la historia de un Nobel. “No hay victoria mayor que la de estar vivo”, sentenció en su momento.

Por su máxima distinción en el mundo de las letras, Disney, el gigante de la animación, que ha venido rodando el filme ‘Encanto’, se ha valido de numerosas leyendas e historias contadas por el Nobel, para basar sus películas en el ‘Realismo Mágico’, movimiento literario hispanoamericano surgido a mediados del siglo 20, que se caracteriza por la inclusión de elementos fantásticos en la narrativa, con lo que se pretende profundizar en la realidad a través de lo mágico, siendo el vate colombiano uno de sus máximos representantes.

Con ocasión de la edición 57 del Festival Vallenato, en redes sociales se hizo viral un video del cantante Carlos Vives en la casa de Silvestre Dangond en Valledupar, metraje en el que se puede apreciar al samario interpretando unos versos en contra del escritor y premio Nobel, Gabriel García Márquez, lo que revivió la canción ‘Aracataca Espera’, de la autoría de Armando Zabaleta, en la que se expone un contexto que riñe con la verdad, el abandono y poco apoyo de García Márquez para con su pueblo natal, paseo grabado en 1974 y catapultado por Jorge Oñate y Los Hermanos López.

En una protesta lírica hacia el Nobel colombiano, el compositor ya fallecido, refleja su descontento ante la decisión de García Márquez de donar el premio Rómulo Gallegos, valorado en 100 mil dólares, al movimiento socialista, galardón que se erige en la memoria del novelista y primer presidente de Venezuela por voto popular directo en 1948.

“Al escritor García Márquez hay que hacerle saber bien que uno la tierra donde nace es la que debe querer y no hacer como hizo él que su pueblo abandonó y está dejando caer la casa donde nació”, consigna uno de los versos. Le han regalado dos premios y no ha sido capaz de acordarse de Aracataca su pueblo, porque no salió a lagartear puestos y obras ante gobiernos indolentes.

La canción es tal vez la malquerencia política de la derecha que perversamente utiliza el vallenato para despotricar de la ideología de izquierda del único Nobel de literatura que ha parido Colombia, donde resulta ridículo hacer un parangón entre Gabo y Pambelé, el carismático campeón mundial de boxeo, quien influenció para llevar la luz a San Basilio de Palenque en el gobierno de Misael Pastrana Borrero, época en la que su hijo, Andrés Pastrana, se aprovechó de la fama del pugilista bolivarense.

Ese odio visceral hacia el letrado no lo privó de su amor por el vallenato, como lo describe en Cien Años de Soledad, obra ‘best seller’ que resiste cualquier crítica, en la que el Nobel aboga por el respeto a la vida y a la propia familia. Matar por causa del honor o de la guerra, es irrespetar la vida. A través de la historia de Macondo, García Márquez nos muestra cómo el poder puede corromper a las personas y a las sociedades, y cómo la muerte y la memoria están intrínsecamente ligadas en la construcción de la identidad de un pueblo.

En ese vallenato de 365 páginas no faltan los mensajes de optimismo para asentar que el futuro depende de nosotros mismos, si queremos vivir felices o en soledad, junto a la naturaleza cíclica de la historia y la humanidad.
No hay medicina que cure lo que no cura la felicidad. La sabiduría nos llega cuando ya no nos sirve de nada, y así un compendio de premisas elucubradas de manera asertiva por esta gloria cimera de la escritura y prodigio de la imaginación.

Nos extasiamos con un decálogo de reflexiones y enseñanzas sobre la finitud de la vida, los tabúes, las pasiones, las guerras, la lujuria, la opresión, la tristeza del olvido, la belleza cotidiana, la magia escondida en el mundo. En síntesis, la genialidad de Gabriel García Márquez aborda temas universales como la soledad, el amor, la muerte y el poder, y son un reflejo de la historia y la cultura latinoamericanas, muy a pesar del empecinamiento de algunos por ignorar la masacre de las bananeras, que también plasma en su acervo cultural.

Miguel Aroca Yepes

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