Por: Luis Napoleón de Armas P
Planificar es edificar el futuro partiendo del pasado y del presente; no se trata de jugar a los naipes ni de cumplir requisitos legales y administrativos; no se trata de escribir una novela, que es complicado, sino de hacer un ejercicio sencillo, pero veraz y pertinente. Leí los planes de desarrollo del municipio de Valledupar (PDM) y del departamento del Cesar (PDD) y sobre ellos he hecho varias reflexiones acerca de su forma y contenido; la primera apareció en la edición inicial de la revista ENFOQUE VALLENATO y la segunda la podrán ver en su próxima edición. En ambos casos observé poca claridad filosófica, precaria información diagnóstica y utilización poco eficaz de ella, negada priorización de los proyectos, formulación no muy clara de ellos en sus objetivos y metas, así como en sus indicadores. Tampoco fueron muy claros en la parte metodológica. Debo hacer la salvedad que me gustó más el PDM. Sería conveniente que las oficinas planificadoras cuenten con un grupo de especialistas en esta materia, tanto en la preparación del tema como en inducción a concejales y diputados, antes de su aprobación, muchas veces más política que técnica, a pupitrazo. Esto no es responsable. Si un PD no es claro, tampoco lo será su ejecución, confusión que le permitiría a mandatarios, calanchines y contratistas, desviar la ejecución del PD en beneficio propio. De esta manera, los problemas permanecerán en el tapete para que los próximos mandatarios repitan la carreta de sus antecesores, en forma secular. Lo primero que tienen que hacer quienes manejen estos temas, es meterse dentro de los problemas, valorarlos, priorizarlos, cuantificarlos y colocarlos sobre la plantilla de las necesidades respectivas. Siempre habrá mas problemas que dinero así que los planificadores deben estar claros acerca de cuánto vale el plan, cómo se arbitrarán los recursos; también se debe tener un cronograma de avance de los proyectos porque las administraciones tienen un límite temporal. Qué bueno sería que todos los problemas detectados en el diagnóstico se puedan resolver en el horizonte temporal disponible y qué orgulloso podrán sentirse los mandatarios de sus ejecuciones. Los entes regionales y municipales tienen definidas sus funciones, algunas de las cuales las podrán cumplir con recursos propios, otras con transferencias nacionales y otras se pueden gestionar para que por gestión con ONGs o en forma subsidiaria se puedan cumplir. La administración pública necesita arte y talento, no se necesita ser mago ni ilusionista para ejercerla. En el caso concreto del Cesar, acostumbrados como han estado sus mandatarios en los últimos años, al maná de las regalías, tendrán que fortalecer sus oficinas de planificación para que puedan canalizar los centralizados recursos de las regalías que han cambiado de dueño. Hace unos días escuché que el Cesar no tiene radicados proyectos ante los fondos que manejan las regalías. Obvio, esto podría ser culpa del gobernador saliente. A este ente no lo favorecen ni los indicadores de vialidad, ni los de competividad, ni los de transparencia en la cual somos 28 entre 32 regiones. Este es un fardo pesado que el gobernador Monsalvo tendrá que remontar. Tampoco el municipio de Valledupar es hoy una joya para mostrar. Desde hace rato muchos de sus funcionarios y concejales han venido galopando por las escalinatas del palacio de justicia y las finanzas municipales la tienen al borde de la ley 550. nadarpe@gmail.com