Cuando Donald Trump anunció en Bruselas el pasado 15 el junio la decisión de Estados Unidos de retirarse del Acuerdo Climático de París, de inmediato China y la Unión Europea defendieron enérgicamente los compromisos adquiridos en el 2015 por más de 195 países y tienen la firme intención de avanzar en las políticas y medidas que sean necesarias para la aplicación de estas decisiones en el marco de lo pactado.
Los países firmantes están metidos en el papel protagónico que les toca porque creen que lo actuado tiene el mejor sentido desde el punto de vista económico y social. Es el momento y la mejor oportunidad para desarrollar en mayor escala las tecnologías limpias y amigables con la naturaleza. De otra parte, es válido comentar que para cumplir con el objetivo de reducir entre el 26 y el 28 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero, el número de personas empleadas podría alcanzar en el 2030 los 24 millones de nuevos empleos compensando las grandes inversiones que deben hacerse en el sector de los hidrocarburos.
Los 68 alcaldes de las principales ciudades de los Estados Unidos están comprometidos con la lucha al cambio climático y declararon abiertamente no estar de acuerdo con el pensamiento de Trump. Los 36 millones de sus habitantes están alineados con las políticas del Acuerdo de París. Además, se observan grandes avances tecnológicos para mitigar el cambio climático, especialmente en la India. Se presentan luces y sombras con los riesgos que supone la decisión de Trump de no compartir lo aprobado en París más allá de los alcances económicos y sociales que esta posición supone para el resto del mundo.
Hoy, se pierde la confianza con los Estados Unidos en su liderazgo mundial y quedarían comparados con los argumentos risibles de los países no firmantes del Acuerdo como son Nicaragua y Siria. Por fortuna, Estados Unidos podrá concretar su retiro solo cuando se cumplan algunas condiciones internas con el anuncio de este señor a los alcances de los Acuerdos. Se espera contar con la fuerza suficiente para echar reversa al anuncio que lo ha convertido en un patético enemigo del planeta tierra que tiene fiebre, pero los medicamentos seguramente aparecerán a la luz de la razón y del sentido común.
Pero, también se concluye que el Presidente Trump está enviando señales claras a otros países como la Unión Europea que deben tomar las riendas de su destino en sus propias manos. Estados Unidos seguirá siendo la súper potencia que conocemos y su poder económico mantendrá su vigencia internacional a pesar de los torbellinos y turbulencias que se avecinan. Hoy, Estados Unidos se está colocando en el lado equivocado de la historia y la Casa Blanca se está quedando sola y puede convertirse en un barco sin rumbo con su lema “América Primero”. ¡No podemos permitir que se agote la esperanza!
Por Gustavo Cotes Medina