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Plan de Desarrollo Nacional, qué tanto de bucólico, qué tanto de realidad

Que el presidente Duque elija a Valledupar para firmar el PDN no deja de tener sus ribetes de frivolidad y de bucolismo. Hacerlo en forma simultánea con la oficialización del aval a uno de sus aspirantes a la gobernación del Cesar no es mera coincidencia, el mensaje es subliminal. No es la primera vez que aquí nos pasa eso; recuerdo que la primera ciudad que Uribe visitó una vez se posesionó fue Valledupar; lo hizo el 08/08/2002, bien madrugado. No fue en agradecimiento porque acá no obtuvo mayorías, no por ser Valledupar una promesa del país, en algún campo de la actividad industrial o comercial o turística o académica. Podría ser, quizás, para darle un parte de victoria a las nacientes AUC del Cesar, llamadas a liberar a esta azotada región por la guerrilla. Casi siempre vienen los presidentes de la república a la inauguración del Festival para gritar “ay hombe”, pero nunca vienen con recursos para algún plan estratégico de desarrollo, ni siquiera para fomentar al sector tradicional de nuestra economía pese a sus inmensas potencialidades. Si mal no recuerdo, después de los aportes del gobierno nacional para la construcción del parque de la leyenda, no he visto otra inversión de semejante magnitud. La represa de los Besotes, obra que hipotéticamente daría la redención agropecuaria al norte del Cesar, ha sido descartada repetidamente. No veo una esperanza en el PND; el Cesar y Valledupar, están en la franja de los peores indicadores socio-económicos del país, somos tercermundistas; el plan vial doble calzada sigue por fuera de las prioridades nacionales; la solución a los problemas regionales no la encontraremos en actos emotivos y picarescos. El PDN firmado tiene mucha sopa y poca carne; $1.096 billones refundidos en 1315 páginas y 345 artículos, más de cinco veces el acuerdo de paz, es tan largo como la Biblia dónde los árboles no dejarán ver el bosque. Además, entra a regir aspectos tributarios y ambientales no sostenibles ante una demanda constitucional; no dejamos de ser “santanderistas” ni en materia económica. En México, la 11ª economía del mundo (FMI, año 2018) con un PIB 3.5 veces el nuestro y con una extensión 1.73 veces la de Colombia, el PDN 2019-2024 consta de 60 páginas y tres ejes centrales: al grano. El nuestro es un plan casi esotérico que supone un crecimiento del 4.5% anual a sabiendas de que este año creceremos por debajo del 3%. Pero, además, sobre el país se acercan grandes nubarrones; vivimos una situación explosiva, el proceso de paz tiene muchas asechanzas, el desempleo sube como globo, la corrupción galopa y la institucionalidad se muestra frágil. De esta cifra que nos muestran inmensa, al Cesar solo le llegarían $22 billones (2%) durante cuatro años; no es mucho lo que podríamos hacer con esta modesta cifra. Y, ¿cuáles serían los proyectos sujetos de esta inversión? ¿Cuánto vale construir Besotes y adecuar 2300Km de vías terciarias? ¿Cuánto valen la red hospitalaria y la de agua potable y saneamiento básico del Cesar? ¿Cuánto vale un programa eficaz en favor del adulto mayor y de la niñez? ¿Tendrán el Cesar y Valledupar estructurado un plan financiero de mediano plazo que garantice el despegue de la región en la vigencia del PND? Hagan cuentas alcaldes y gobernador. Guardemos los aplausos lisonjeros, amanecerá y veremos.

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