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Plan de acción Corpocesar

Muy interesante que Corpocesar haya iniciado el proceso de formulación del Plan de Acción 2020-2023 denominado “Desarrollo Integral del Cesar con Sostenibilidad Ambiental y Adaptación al Cambio Climático, un documento de planeación a mediano plazo (4 años) que no es otra cosa que una hoja de ruta para cumplir lo planteado en el Plan de Gestión Ambiental Regional (PGAR).

Debemos destacar que se haya convocado a comunidades de Valledupar y otros municipios del norte del Cesar, que además de ser un buen síntoma es obligatorio normativo y también moral preguntarle a la gente, escuchar sus inquietudes y plasmarlas en el documento.

Ayer inicio la directiva de Corpocesar, en cabeza de Jhon Valle, la mesa de trabajo con los afrodecendientes. Sabemos que el día 5 de marzo habrá diálogo con los indígenas, para continuar posteriormente desarrollando mesas en las subregiones o municipios tales como La Jagua de Ibirico, Chimichagua y Aguachica. El contenido del Plan de Acción debe estar articulado con el Plan de Desarrollo Nacional y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Este plan, que está en proceso de construcción se publicara a finales del mes de marzo en la página web de Corpocesar, posterior será socializado en audiencia pública en el mes de abril y en el mes de mayo será presentado al Consejo Directivo de la Entidad para su conocimiento y aprobación.

Este instrumento de planificación se publicará en la página web de la Corporación donde puede ser consultado, por lo que invitamos a la ciudadanía a estar atenta, no solo al desarrollo de las mesas de trabajo sino al documento que se publique, pues de las observaciones también se valoran aportes intelectuales sobre el quehacer ambiental en el departamento.

Ha dicho Corpocesar que aspira con este Plan de Acción aportar en las soluciones de muchos problemas ambientales prioritarios del departamento del Cesar, y viene bien la discusión. Por estos días lamentamos los incendios en las serranías, especialmente en la zona de Sabana Rubia, jurisdicción de Manaure y La Paz, en donde incalculables hectáreas de frailejones fueron arrasadas por el fuego.

No sabemos quién o qué lo originó. Valga la pena hacer una discusión sobre cómo reparar lo que parece irreparable, pero también sobre mejores estrategias de prevención que contemplen sanciones ejemplarizantes a quienes insistan en utilizar el fuego para labores del campo, especialmente en zonas protegidas.

Sobre el caso puntual de los frailejones presentaremos nuestras reflexiones editoriales pronto, pues estamos a la espera de balances más pormenorizados del daño y el paquete de soluciones al enorme problema que, insistimos, al parecer es irreparable.

Categories: Editorial
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