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Plagios caninos

“El perro de Juanita es un perro muy bravo cuando la visito no pueden controlarlo” (Aníbal Velázquez)

Hemos recordado el aparte transcrito de la mencionada canción, a propósito de los sucesivos secuestros de perros que se están produciendo en la ciudad de Riohacha, capital peninsular de Colombia, con la particular connotación que en casi todos los casos sus propietarios son profesionales de las ciencias jurídicas, circunstancia curiosa y casual que nos obliga preguntarnos ¿Qué tiene que ver el caldo con las tajá?

Primero fue Matías un perro paticortico y pelú y de coqueto caminar de propiedad de la doctora Damaris Aguilar Juez Civil del Circuito de Riohacha, este estuvo en poder de sus captores durante cinco días tiempo durante el cual la precitada operadora judicial perdió peso sin liposuccióny sin procedimiento baratico en virtud de una súbita pérdida del apetito, hasta cuando fue liberado el animal – que es casi gente porque sabe de todo y solo toma el agua helada – el cual regresó a casa gracias al pago de un rescate que incluyó trescientos mil pesos, un mercado completo y dos frascos de Emulsión de Scott.

Un mes después fue secuestrado Mateo su otro perro, en este caso ya la vaina fue más sofisticada, se trataba de un secuestro express porque media hora después de haber desaparecido recibieron la llamada donde sus nuevos dueños de lo ajeno le concedieron dos horas para entregarle doscientos mil pesos y dos botellas de Old Parr talla María Namen, solo faltó que le pidieran una docena de naranjas ya exprimidas y con hielito picado para pasar el guayabo, esos caprichitos les fueron complacidos y el perro regresó más contento que Alcalde con presupuesto, cuando ya la Juez estaba a punto de ser hospitalizada.

Una semana después fui enterado por la doctora María José Zabaleta, Juez 703 Administrativa de Descongestión, que su perrita Paris Perris mascota de nombre rimbombante única en la casa, (porque los ricos nunca tienen más de una) había sido secuestrada, suficiente motivo para que en su casa estuvieran todos prácticamente de duelo, porque es tan inteligente que juega con sus muchachos, le avisa cuando llega el marido, no hace popó si no en su baño y le hace mandados; para su rescate entregó una lata de Aceite La Sevillana, también tuvo que pagar, en dos partidas la suma de trecientos cincuenta mil pesos.

La vaina no paro allí, porque el abogado Albert Barros López tuvo que afrontar una situación parecida porque se le llevaron a Budy Max, un perrito aventajado y juguetón, el cual se llevaron de la puerta de su casa un día después del fiestón que le organizó para festejarle los quince años de nacido, esa situación afectó tanto al colega que requirió atención asistencial de lo cual se recuperó cuando se enteró que los secuestradores encartados con el viejo canino decidieron arrojarlo en un sector enmontado de la ciudad de donde fue recogido por una alma piadosa que por allí se desplazaba, y por los avisos de radio alguien lo identificó y se lo devolvió.

Si Leandro Díaz estuviera vivo ya estaría diciendo que “En adelanto están estos lugares” porque no solo secuestran a la gente, sino que lo delincuentes ampliaron su portafolio de servicios incluyendo los perros de los abogados en sus criminales andanzas.

Por Luis Eduardo Acosta

Categories: Columnista
Luis Eduardo Acosta Medina: