El bamboleo de sus caderas, manos y pies lo hacen con una simetría y destreza destacable; así es cada paso de baile de los integrantes de El Pilón Cañaguate cuando escuchan el guache, la tambora, el clarinete y el repicador. Este grupo lleva 17 años conservando la esencia de la danza representativa de Valledupar, que constituye el abrebocas del Festival de la Leyenda Vallenata.
Es por ello que casi siempre resultan victoriosos en el desfile de Piloneras, categoría Adultos. Su sincronización, vistosidad y aptitudes para el baile le han permitido ocupar siete veces el primer lugar de este certamen del máximo evento folclórico del Cesar, así como estar en ocho ocasiones en el segundo y tercer puesto, y ser declarados en dos ocasiones fuera de concurso.
Maritza Viña Guerra, fundadora de El Pilón Cañaguate, aseguró que los que los hace diferente al resto de las comparsas es que se ajustan a los parámetros que establece la Fundación del Festival, bailando la coreografía exacta de el pilón, que incluye paseo y puya vallenata. “La tela del vestuario de las mujeres es en colores vivos y flores menuditas. La falda tiene tres arandelas amplias, la blusa es la que nuestras abuelas usaban, que denominaban chambra”, explicó.
Rememoró que hace 17 años unos muchachos decidieron formar un grupo que le rindiera homenaje a la flor del cañahuate y al barrio de Valledupar que lleva el mismo nombre, sustentando que “desde muy niña vi el baile El Pilón, que lo hacían antes el sábado de carnaval a las 5:00 a.m., un grupo de señoras y señores del centro, que sacaban la danza de El pilón de una esquina a otra y luego armaban una parranda”.
Con el pasar del tiempo El Pilón Cañaguate fue adquiriendo prestigio ante la sociedad, por lo que jóvenes y adultos se sienten privilegiados de hacer parte de éste y no les importa las noches o fines de semana que deban sacrificar para practicar la coreografía expuesta ante propios y foráneos.
Los costos para hacer parte de este grupo son considerables y aunque ganen el primer lugar no compensan el dinero invertido; ellos participan solo por la satisfacción y el arraigo de las costumbres del Viejo Valledupar. “A nosotros no nos patrocina nadie. El que quiere bailar en el grupo Pilón del Cañaguate sabe que tiene que costearse todo. Tenemos un gasto de 20 millones de pesos, en vestuario, accesorios, peinado y maquillaje y conjunto, porque a nosotros nos toca la banda de Chochó de Sincelejo. Un primer lugar está ganando cerca de seis millones de pesos. Bailamos es porque nos gusta; cuando ganamos armamos un viaje un fin de semana a alguna playa de Colombia con todo el grupo y colocamos el excedente que pueda hacer falta”, aseveró Viña Guerra.
Esta mujer de 70 años, 50 de ellos bailando, le transmite su legado a hijos y nietos, porque es consciente que es necesario el relevo generacional, enseñándole los pases y el fervor por el baile, teniendo en cuenta que sus fuerzas no serán las mismas en años siguientes.
Uno de sus hijos, Yair González Viña, es el actual coreógrafo del grupo, quien manifiesta que lo clave para destacarse en el baile del pilón es desligarse de pases de otras danzas como la cumbia u otros bailes de la Costa. “Le hemos dado un toque de elegancia al baile; somos los únicos piloneros que cada parejo baila con su propio pilón y nuestro vestuario es impecable. La coreografía es muy rigurosa y simétrica”, subrayó.
Este año le enseña a 46 parejas, de las cuales aproximadamente el 50% son parejas nuevas, puesto que existen jóvenes que se van a estudiar por fuera. “Cada año llega gente nueva para renovar el grupo. Para seleccionarlas tenemos en cuenta que tenga la disposición, que sepan bailar, o que demuestren ganas y constancia. La convocatoria la hacemos por radio o cada pareja se encarga de invitar a alguien de confianza y así vamos renovando el grupo”, afirmó González Viña.
Agregó que “al principio teníamos un coreógrafo externo al grupo. Aprendimos lo básico; desde allí innovamos con nuestras propias ideas. Somos un grupo que se identifica porque siempre el palo del Cañaguate está en la mitad del grupo, bailamos alrededor de él, haciéndole alegoría”.
Su indumentaria es uno de los elementos que los distinguen, la cual es confeccionada por Cándida Vera, una modista de Chimichagua.
“Normalmente un vestido de pilonero cuesta 30 mil pesos, pero este año por los 50 años del Festival traemos sorpresas en la puesta en escena: decidimos hacer un vestido nuevo. Los hombres irán en holán de hilo y las mujeres irán con un vestido nuevo de florecitas de cañahuate, con tintes rojos y verdes. El tocado es en flores de cañaguate y el bongo arreglado con bollos y arepas, totalmente decorado. Elementos accesorios que seguramente darán mucho de qué hablar”, reveló el coreógrafo.
El Pilón Cañaguate baila en Valledupar y en otros escenarios de Colombia con la intención de sacar adelante el folclor vallenato, por conservar las tradiciones y por salvaguardar la identidad cultural de la región.
Puntos de vista
Hablan sus integrantes
Griselda Gómez: “Este es un excelente grupo de baile, de mucho renombre. Cuando me llamaron para participar del grupo no lo dudé en ningún momento. He encontrado un grupo fantástico, de una gran disciplina. Estoy encantada con el sentido de pertenencia, entrega y dedicación. El Pilón es nuestro como los carnavales de antaño. El Pilón Cañaguate es un grupo que lo acoge a uno como a una familia”.
Diana Montenegro: “Llevo nueve años de estar bailando en El Pilón Cañahuate por el amor que siento por lo nuestro. Desde niña me han inculcado el amor por el baile, puesto que de parte padre tengo la vena musical. MI anhelo es bailar hasta que me muera”.
Elkin Uhía: “Básicamente me inspira la tradición de nuestra región. De niño me enseñaron el amor por el baile; tengo 25 años de estar bailando Pilón. Me implica sacrificio en espacios laborales, pero eso no es nada porque lo hago por pasión y amor. El baile es algo muy nuestro; lo llevamos en nuestra sangre”.
Annelise Barriga Ramírez/EL PILÓN