Emiliano Piedrahita
Sonajeros de toda índole ha causado la muerte de la senadora Piedad Córdoba, cuando de sorpresa conoció el país de su deceso, declaraciones van y vienen, con sentidos y expresiones propias del ser humano que se sintió ofendido por su actuar o que la elogiaba por su liderazgo, pero en últimas, cada quien expresa un sentimiento.
Hija de docentes de secundaria, abogada de profesión y, como paisa que era, tenía la característica de ser frentera y audaz en sus declaraciones, odiada por muchos y querida por pocos, su camino en la política la marcó en el partido Liberal. En sus comienzos era admirada por la lucha de clases, hasta que apareció la ambición del poder al punto de convertirla en otra burócrata más de Colombia. Piedad nunca pasó desapercibida, siempre tenía el protagonismo donde llegaba, era esa combinación de mujer aguerrida y luchadora por causas.
Piedad Córdoba causó diferentes polémicas y controversias por sus posiciones políticas, su cercanía con el presidente Hugo Chávez, sus fuertes críticas al presidente Uribe y sus posiciones frente al conflicto armado colombiano. Dichas posiciones le trajeron enfrentamientos con la opinión pública, sectores políticos de opinión y medios de comunicación, lo anterior es el rol de todo político, no puede ser moneda de oro para caerle bien a todo el mundo, pero la desconfianza de la mayoría de los colombianos hacia la senadora Córdoba, empezó cuando sostuvo una reunión con el presidente Chávez y los representantes de las Farc, Iván Márquez, Rodrigo Granda y Jesús Santrich.
En ese entonces, varias fotografías de la reunión se conocieron, en ellas, la senadora Córdoba mostró un ambiente de familiaridad que causó controversia. En las fotografías se mostraba a la senadora sonriente, posando con una boina negra de uno de los guerrilleros sobre la cabeza y un ramo de flores entregado por ellos. Posteriormente, fue abatido Raúl Reyes y las autoridades encontraron en su computador el nombre de Piedad Córdoba con el seudónimo de “Teodora de Bolívar”, eso sí, negado hasta el cansancio por ella, situación esta que dio para que la Procuraduría la destituyera e inhabilitara por 10 años.
La muerte de Piedad, dejó a muchos colombianos sin saber numerosas verdades, entre ellas, si en realidad era cómplice de los muchos secuestros políticos que ocasionaron las Farc, si ella conocía de los andares en el narcotráfico de su hermano, si los dólares incautados en el país de Honduras iban a entrar alguna campaña presidencial, si todo lo que ha dicho Ingrid Betancur sobre el beneficio de su secuestro era verdad o no, si su riqueza era ilícita —proceso que venía enfrentando en la Corte Suprema de Justicia— y por último, si en realidad el presidente Petro es mala persona, como lo manifestó en un medio de comunicación en el año 2019.
Muchas veces se utiliza en el argot popular “no hay muerto malo ni quinceañera fea”, pero la verdad es que la senadora Piedad, dejó muchas cosas inconclusas por decir, ya que existen víctimas del conflicto armado que debieron conocer toda la verdad, y ella como mediadora de intercambio humanitario sí que sabía; su muerte en silencio no dio espera de nada y la verdad quedará archivada en la memoria de un pueblo, hasta que la historia así lo reconozca.
No está bien la satisfacción que le causa a muchos el deceso de la senadora Piedad, ese sentimiento es cobarde, cuando en vida debieron a través del debate increparla para que tuviera opción de defensa, como tampoco es acertado utilizar las citas bíblicas para justificar su gozo, porque simplemente los muertos, muertos están y los vivos con odios, tampoco entraran al reino de los cielos. “Los vivos tienen conciencia de que morirán; pero en cuanto a los muertos, ellos no tienen conciencia de nada en absoluto” (Eclesiastés 9:5; Salmo 146:4). Así que cuando alguien muere, deja de existir. Los muertos no pueden pensar ni actuar ni sentir.