Debemos confesarlo, es inusual tener a un líder de gobierno, que promulgue con tanto ímpetu la necesidad de reivindicación de las causas sociales; que en su discurso no ahorre grandilocuencia para referirse a las razones de su liderazgo, plagado de identificación con el pueblo golpeado y sin oportunidades.
¿Es el presidente un verdadero conquistador, que busca hoy arrebatarle la patria ya no a los españoles, pero si a los barones burgueses y privilegiados oligarcas que han ostentado por tanto tiempo el dominio del territorio y su institucionalidad? O ¿es un demagogo populista que entiende que la inmensa mayoría del pueblo son los pobres y simplemente busca sintonizarse con sus clamores para recibir la legitimidad electoral?
En todo caso, la empresa que lidera el presidente Petro, no deja de ser una muy parecida a las que se promovían en la época de la conquista. Esas que estremecían el fervor ciudadano y que solo eran posible, con una población vibrante y participativa, muy jugada con los propósitos de su caudillo.
Gran expectativa produce el hecho de que después de tanto tiempo, emerja un líder que nos ponga a soñar con que las grandes transformaciones en beneficio de los más necesitados, pueden no ser una simple quimera.
Desde el balcón de la casa presidencial en Bogotá, da discursos que conectan no con el pasado inmediato, increíblemente, las manifestaciones tratan de dar respuesta a los reclamos históricos que propenden por la superación de la desigualdad y la pobreza que tanto daño ha causado a la patria.
Entonces pareciera que las gestas libertadoras del expresidente neogranadino de raíces indígenas, el general José María Melo, subalterno de Bolívar, hubieran sido ayer, aunque en realidad fueron a mediado del sigo XIX, sin embargo, Gustavo Petro, decide fungir de militante de su ideario y retoma sus banderas para continuar las luchas populares.
Es decir, parece nuestro presidente un gobernante de otra época, cuyos propósitos de lucha son los mismos de otrora, pero igual de válidos y actuales. En todo caso, pobre pueblo, que le ha correspondido esperar siglos para que un líder otra vez, se ocupe en serio de las causas que dignifican la vida humana.
Se acaba de aprobar el Plan Nacional de Desarrollo, una ambiciosa apuesta que va en consonancia con la idea de gobierno, y con los recursos disponibles para lograr dichas transformaciones. Hasta ahora el gobierno además de la retórica pomposa, ha gobernado con el plan de gobierno del expresidente Duque. Púes bien, llegó el turno al bate. Comienza la ejecución del Plan de Gobierno de la “Colombia Potencia Mundial de la Vida”, y todos estamos atentos a que se cumplan los cambios prometidos.
Así las cosas, los reflectores del mundo entero apuntan a las hazañas del colombiano Gustavo Petro Urrego, un líder que viene del pasado, que viajó en el tiempo buscando atender las más nobles demandas de su gente.
Aunque también podría ocurrir que… mejor no escribo más, la palabra tiene poder. Confiemos en que lo que se aproxima, será el reverdecer de la Nación. ¡Ánimo presidente!
Por Rodney Castro Gullo