Los pronunciamientos y declaraciones del presidente Petro no son simples globos ni ideas tímidas, por el contrario, entrañan un llamado a tomar por la fuerza lo que la razón, la Constitución, la ley y la institucionalidad no le permiten.
Lo primero es que el presidente ignora su deber constitucional, el que asumió mediante juramento en su posesión, de simbolizar la unidad nacional y cumplir fielmente la Constitución y las leyes.
En sus discursos donde convoca al pueblo a una constituyente, no ha hecho mención alguna a los mecanismos establecidos en nuestra constitución para ese propósito: no menciona al Congreso de la República, no se refiere al referendo —al que se tendrían que someter las reformas sobre los asuntos que el presidente ha mencionado— y no nombra los requisitos que la Constitución misma establece para convocar y elegirla. Actúa como si no existiesen.
Lo segundo es que Petro justifica la necesidad de una Asamblea Constituyente en que, según él y sin prueba alguna, desde la vigencia de la Constitución de 1991, todos los poderes que se han elegido en Colombia han sido paramilitares. ¿Vale preguntarse, está incluyendo también en ese planteamiento a su presidencia?
Así empieza a desconocer uno de los principios básicos de la democracia: la división de poderes del Estado. Como son “paramilitares”, hay que cambiarlos mediante una Asamblea Constituyente que pase por encima de ellos; es decir, que no pase por el Congreso ni por las Cortes.
Pero ¿cómo es que pretende saltarse toda la arquitectura institucional para convocar una Constituyente? La fácil respuesta de Petro es: “Por la fuerza del pueblo”. Fuerza que, según el mismo Petro, dependiendo de qué tan grande sea, bastaría, incluso, para superar a las mayorías que se le opongan (recordemos que el artículo 376 de la Constitución establece que requiere mayoría simple del Congreso para convocar una Constituyente y posteriormente se requiere que una tercera parte del censo electoral la apruebe).
A los señores presidente del Congreso, presidentes de las Honorables Cortes, a todos los colombianos les digo: la democracia está amenazada y la amenaza la lidera el presidente, la cabeza de la Rama Ejecutiva, quien hoy nos ha notificado que acudirá a los cabildos abiertos y a las fuerzas de la primera línea, a las que exaltó en Cali, para que se convoque por la fuerza, incluso en contra de las mayorías, una Asamblea Constituyente que acabe con lo que Petro llama “los poderes constituidos”.
No sigamos pensando que Petro está tirando un globo, Petro está intentando acabar con la República y lo hace, según el manual de Mao, De Castro, de Chávez: por la fuerza. Ya vimos su poder destructivo en 2019 y en 2021, que apenas reconoció como suyo el pasado sábado en Puerto Rellena. ¿Vamos a esperar a que nos demuestre de lo que es capaz como presidente y como líder de la primera línea, empezando por sus terrenos predilectos: el suroccidente del país?
Alfredo Deluque