La reciente encuesta Invamer muestra a Gustavo Petro ganándole por 23 puntos al segundo, Sergio Fajardo, liderando en regiones y en todos los sectores sociales y, lo que más asusta a la derecha, arrasando en segunda vuelta. ¿Por qué se da lo que parece ser un fenómeno político naciente en cabeza de un político tan controversial y que genera tanta división? Colombia se cansó y la pandemia aceleró ese cansancio que ya venía manifestándose con paros y protestas generadas por la falta de oportunidades, la corrupción y la exclusión por parte de unos pocos que han gobernado a su antojo al país con resultados verdaderamente deplorables en desarrollo; entonces, deposita sus esperanzas de cambio en una figura consolidada que conoce la política colombiana, un candidato que sabe hablarle al electorado, mueve las masas y cuenta con el bagaje político para sortear toda clase de ataques del establecimiento y sus medios comunicación afines, además de estar preparado con una propuesta de cambio en temas medio ambientales, sociales y de paz que está calando y si logra atraer los sectores de centro sería inatajable.
Los resultados de la encuesta también corroboran que el miedo que generaba Gustavo Petro con el tema del castrochavismo y que íbamos a quedar como Venezuela, incluso, que se agotaría el papel higiénico, es cosa del pasado; la gente en Colombia está literalmente pasando hambre igual que Venezuela, con una crisis de desempleo nunca antes vista, unos aterradores índices de corrupción en todos los niveles, desde el Estado central hasta las regiones, donde mandan de forma grosera y descarada los clanes políticos corruptos sin que nunca pase nada; la gente se dio cuenta del error de haber elegido a Duque por imposición de Uribe, quien ya no se ve con fuerzas para seguir poniendo presidente, debido a sus problemas judiciales y que ese famoso “teflón” ya se le acabó; la prueba es que su hijo Tomás solo alcanza el 4 % de preferencia. Hoy, Colombia está a la deriva con un presidente sin liderazgo, su promedio de popularidad es un deplorable 30 %, en medio de una pandemia que nos tiene quebrados a todos y con un plan de vacunación, que sería la única solución, haciendo agua.
El camino de Petro, en este año que faltan para las elecciones, no será fácil, la derecha no se va a conformar con perder sus privilegios y comenzará con ataques institucionales provenientes de los organismos concentrados en el uribismo para frenarlo (Procuraduría y Fiscalía).
Si por ahí no lo logran, aparecerán las fuerzas oscuras a pretender sacarlo del camino como a Jorge Eliecer Gaitán o a Carlos Pizarro. Petro es un político jugado, pero debe cuidarse y actuar con mucha cautela para lograr su objetivo y si logra llegar al poder, no tiene un camino de rosas, recibirá un país completamente despedazado y dudo que logre el gobierno que anhelan sus electores, si no cuenta con las mayorías en el Congreso para hacer las reformas estructurales que necesita el país, política, justicia, salud, pensional, etc.
Ni Petro va convertir a Colombia en Venezuela, ni la derecha lo dejará gobernar paro lograr cambios de fondo, pero sí puede lograr una oxigenación democrática que nos permitirá avanzar en temas como la lucha contra la corrupción, algo de igualdad social y bajarle a esta violencia desbordada que nos tiene a punto de ser un Estado fallido.