Las propuestas de gobierno del candidato presidencial Gustavo Petro, no producen miedo, producen terror. Esta semana, mientras la periodista Vicky Dávila lo entrevistaba, más de 500 mil venezolanos que habían traspasado la frontera buscando oportunidades de trabajo en nuestro país para no dejar morir de hambre a sus familiares, comenzaron a devolverse cuando se enteraron que Petro pensaba imponer el régimen chavista en Colombia, si ganaba las elecciones presidenciales.
Eso de salir a decir que va a aumentar el impuesto predial a los predios rurales improductivos para obligar a los productores del campo a malvender sus fincas, es lo más deschavetado que he escuchado en mi vida. Las tierras pueden ser improductivas por diferentes factores: Tipo de suelos, clima, inseguridad, vías de acceso, servicios públicos, costos de transporte, inexistencia de mano de obra, titulación, crédito, etc. Un incremento del impuesto predial en estas condiciones de explotación agrícola o pecuaria, desincentiva aún más la actividad productiva, acaba reduciendo el ingreso al Estado y pone en peligro la seguridad alimentaria de los 49 millones de colombianos.
Con ese discurso populista -de expropiarle las propiedades a los ricos para repartírsela a los pobres- es que Petro quiere cautivar los votos de millones de colombianos ingenuos, tal como lo hizo en su momento Hugo Chávez en Venezuela. Con esta disparatada idea, lo único que puede conseguir Petro, es multiplicar los pobres y desaparecer a los QUE generan riqueza en este país. ¿Por qué creen que se imponen fuertes impuestos al cigarrillo? ¡Pues, para desaparecer a los fumadores! Esta peligrosa y perversa propuesta, bien calcada del régimen chavista, expulsaría del campo a más de cinco millones de agricultores y ganaderos que producen nuestros alimentos y materias primas en condiciones muy precarias, y de paso dejaría sin empleo, a más de seis millones de colombianos que viven de la transformación y comercialización de esos productos. Qué contradicción tan brava la de estos socialistas, quieren trabajo y al mismo tiempo odian a quienes generan trabajo.
Los países que han implantado este sistema socialista de gravar a los que producen para subsidiar a la gente que no trabaja, dándole comida gratis, salud gratis, educación gratis, siempre terminan en quiebra. Por una razón muy sencilla. Cuando se redistribuye la riqueza, inmediatamente se pierden los ingresos. Pretender implantar el fracasado modelo económico y social chavista en Colombia, es una idea totalmente deschavetada. Lo que Colombia necesita en estos momentos son propuestas que incentiven el crecimiento de la economía y ésta sólo se logra reduciendo impuestos para que haya más más inversión, más empresas, más gente trabajando y mayor recaudo.
El grave problema de Petro (además del resentimiento y la sed de venganza que tiene contra la clase empresarial del país), es que, siendo economista, no sabe de economía, y si llega a ganar las elecciones con estos cantos de sirenas, va a reventar a Colombia, como Chávez y Maduro reventaron a Venezuela.
En el tintero: Mientras el ministro de Agricultura y el gerente de Fedearroz andan promoviendo negocios con la plata de los arroceros, los productores siguen quebrándose por falta de semillas de buena calidad y transferencia de nuevas tecnologías. Ahí están las consecuencias de politizar las entidades públicas y los gremios al servicio de la producción agrícola.