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Petro, a mitad del partido

A Petro hay que reconocerle, a la mitad de su mandato, que: i) visibilizó y dio representación gubernamental a la diversidad social, valga decir, a indígenas, comunidad afro, sindical, o sea, a las   minorías. Y ii)  propuso una agenda social  -la de las reformas-  que las necesita el país, pero que las está matando su dogmatismo y el enfoque excesivamente estatista y anacrónico de ellas. Son de otra época. Lo de tapar el hueco del fondo de estabilización de combustible es plausible.

De resto, casi todo le ha salido al revés. Logran lo contrario, lo que no se  quería. El partido lo está perdiendo y el  país retrocediendo.  Miremos, en este gobierno del multirrelato, al que le cuesta dar resultados, algunos datos:

La economía está estancada. Los números no son buenos porque el presidente no crea la confianza que necesita el mercado sino que siembra incertidumbre y así no despega ninguna economía.

El desempleo está creciendo, se ubicó en  10.2 %. El gasto de los hogares cayó 0.02 %, es decir, las familias están dejando de comprar porque hay menos plata en los bolsillos. La inversión extranjera decreció en abril 21 % frente a abril del 2023  y en los primeros 4 meses decreció 2.6 % respecto a los mismos meses del 23. La inflación sigue alta: se ubica en el 7.8 % mientras que Brasil y Chile está en 4.2 %; México 4.9 y Perú, 2,2 %; así no se es competitivo. El crecimiento de la economía se estima para este año, entre 1,2 % y 1.6 %.  La consigna de este gobierno sigue siendo el decrecimiento. 

La Paz Total está fortaleciendo a los grupos criminales que hoy ejercen poder, inauguran obras, suplantan la autoridad e intimidan a la población.  Volvimos al pasado, a los años 90.

En cuanto a la reforma a la salud, solamente hay que preguntarles a los profesores de Fecode y a sus familias. Hoy  viven entre la angustia, la zozobra y el estrés.  

De la reforma agraria que, más que reforma, es repartición de tierraS, va mal. Prometieron comprar 3 millones de hectáreas, luego dijeron 1.5 millones y hasta julio iban apenas en 160 mil. Son pésimos ejecutores.

De la transición  energética hay que decir que el mundo no depende de los hidrocarburos de Colombia, pero Colombia sí depende de lo combustibles fósiles que produce. La transición va tan mal, que el año entrante el gas natural no alcanzará, habrá que importar y ello encarecerá el costo de vida.  De la corrupción ni hablar, el elefante es tan grande que ya no cabe en la sala.

Y Petro que grita ¡respeten la democracia! no hace lo mismo con su amigacho de Venezuela. Tiene doble rasero. Con Maduro no pide que respeten los resultados electorales, ni rechaza sin ambigüedades la violencia del régimen, ni  rompe relaciones con las fuerzas antidemocráticas sino que hace lo contrario y así erosiona la democracia. 

Y en cuanto a los dos años que faltan, serán parecidos a los dos que ya pasaron, pero con un Petro debilitado pero desesperado. Huyendo hacia adelante.  Y la razón es sencilla: Petro es dogmático, fanático de sus ideas. No cambiará. Lo más probable es que el ministro Cristo naufrague en el intento. A Petro le gusta gobernar desde el enfrentamiento. El caos es lo suyo, tanto en su vida personal como en la pública. 

Los dos años que pasaron fueron malos, los dos que vienen serán iguales, pero esperanzadores porque en el 2026  se va.

Por Enrique Herrera

@enriqueha

Categories: Columnista
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