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Peste, muertes, vacuna y río

Habíamos sido citados los directores de medios de comunicación, ayer en la mañana, por el presidente de la república, Iván Duque, para exponer el plan nacional de vacunación que se ha anunciado, cuando en la mañana nos tomó por sorpresa la muerte de Carlos Holmes Trujillo, ministro de la Defensa  nacional, y la del dirigente sindical Julio Roberto Gómez, y una decena de conocidos, amigos, la interminable secuela de la pandemia que ha trastocado la vida del presente siglo.

Los últimos acontecimientos de contagiados provienen del primer país hispanoamericano, México, que registra la enfermedad en la humanidad del presidente, López Obrador, y Carlos Slim, el poderoso multimillonario latinoamericano.

Pero si el virus llegó al presidente de Estados Unidos, más severo y universal no podría ser. En el caso del Mindefensa, que fue columnista de EL PILÓN en el periodo de fuerte oposición del uribismo a los gobiernos de Santos, estaba recluido en el emblemático y especializado Hospital Militar Central de Bogotá, centro de la más experimentada medicina nacional.

La reunión sobre el plan de inoculación de la dosis  fue aplazada, por supuesto, por la muerte del ministro, perteneciente a la entraña del partido de gobierno. Pero es un tema que se recobrará en las próximas horas porque se torna en la más trascendental de las tareas gubernamentales.

Hay mucha ansiedad nacional por las vacunas; y también se tiene el temor universal de las mutaciones del virus y que semejante esfuerzo de investigación pueda quedar a medias.

Ya no se habla tanto de precaución como de vacunación; ya no tanto de reactivación como de sostenibilidad, porque el efecto del aumento del virus, propiciado por las festividades familiares de fin de año, ha sido la generación de sobresaltos, en un pare-siga que ha puesto al comercio y a los restaurantes en permanente zozobra.

¿QUÉ ES LO GRAVE DEL BAÑO EN EL GUATAPURÍ?

Es mejor que la gente de los sectores populares de la ciudad se vaya al río, al ventilado aire libre, en lugar de quedarse confinados en humildes y pequeñas casas. Que vayan los jóvenes y familias al río no hace mayor los niveles de contagio aunque reproduce la idea fotográfica de que se produce una aglomeración inaceptable que exige la acción policial. ¿Pero qué otra oportunidad tiene el pueblo vallenato sino es salir a la cuadra, al parque o al río?

Se debe procurar sí que se mantenga el distanciamiento y se cumplan todas las normas de cuidado en el río, en el parque, en el barrio. Porque intentar que la población se encierre como sardina en lata, genera otros efectos indeseables, emocionales, de conflictos intrafamiliares y riñas barriales. Es mejor observar el comportamiento de las personas en detalle, sus hábitos, sus costumbres, que estarle aplicando disposiciones draconianas que ofenden cualquier asomo de  libertad  y entretenimiento.

Categories: Editorial
Redacción El Pilón: